sábado, 6 de diciembre de 2008

ALLEGRO MAN NON TROPPO

(RÁPIDO PERO NO TANTO)

Notas acerca de la obra
“Junta tu monstruo dolido con el mío” de Luis Re.



Por Silvina Ibañez

Todo artista, opera en un registro. Y ese registro corresponde a una época. Luis Re, desde el discurso postmoderno, o mejor dicho desde las prácticas artísticas del capitalismo tardío, habita y se ubica anacrónicamente, en la vertiente de la cultura de lo trivial: el Pop Art.
La rama Pop en los Estados Unidos ostentó características más pragmáticas que las propendidas por el irónico pop británico ó el politizado pop alemán. Dentro de sus recursos utilizó ciertas estrategias que podríamos distinguir como constantes: la renuncia a la expresividad y al toque personal en favor de un estilo impersonal, la limitación temática a los artículos de consumo comerciales existentes y a la imaginería de los medios de comunicación de masas; la preferencia como en la publicidad por los objetos nuevos; la renuncia aparente a toda ideología critica, la preferencia por los procesos de reproducción técnica para altos niveles de difusión.
Es notable el estrecho vínculo de abordaje de la imagen, que se establece entre la obra de Re y James Rosenquist. Si bien este último, (quien previamente a su trabajo como pintor, realizaba carteles monumentales pintados para publicidad) ubica el origen de sus imágenes y motivos en el marketing, es en la composición sin perspectiva, ampliada, compuesta como fragmentos de la realidad e interdependientes entre si, donde efectivamente comulga con ciertas categorías compositivas que observamos en los trabajos del pintor mexicano.
La obra producida por Luis Re en estos dos últimos años ha redundado en la utilización de lo trivial y popular como estrategia cuyos temas son reducidos a configuraciones aparentemente directas pero en realidad sumamente sofisticadas, llenas de ironía, con una multiplicidad de alusiones y homenajes encubiertos.



Posiblemente cuando observamos estos trabajos, luego de traspasar el límite de la extrañeza nos lleven a desarrollar un nuevo punto de vista que cuestiona la fiabilidad de la percepción visual. Este abordaje está siendo regido por el principio simulacral, en donde las piezas, en su cualidad de fetiche, de máscara, pintadas desapasionadamente, parecieran formar parte de un inventario aparentemente desinteresado, en donde los reflejos y fragmentos alienados de un sujeto, nos hablan fundamentalmente de la condición fractal de percepción de la experiencia.


Ya no sabemos qué es falso, qué es verdadero, se ha mediatizado tanto la relación con el mundo que no sabemos qué es real. Los espejos de estas imágenes, donde la realidad ha perdido su sombra, presenta un doble incorporado en una paradoja que afirma un principio publicitario: en esencia todo el mundo quiere ser visto. Allegro man non troppo, estas obras, visualmente las recorremos rápidamente, pero su evocación requiere detenimiento.


A los fines prácticos, es menester aclarar que la pieza a analizar, al ser parte de una instalación secuencial pictórica “Junta tu monstruo con el mío” será analizada como unidad pero también como parte de un conjunto temático y estilístico.


Desde el punto de vista comunicativo, como estructura formal (fig. 1) podemos inferir que está construida desde el plano semántico (unicornio, palabras, listones) sintácticamente observamos una figura en primer plano, dominante simétrica, figura hierática, cerrada, configuración triangular, se rompe la simetría por el cuerno del personaje, generando una diagonal, la dominante de paleta cromática es de complementarios divididos (dupla rojo – verde, aquí rosa – verde limón), la imagen principal en valores (blanco, gris, negro), y contraste cálido frío (fondo rosa (cálido), listón turquesa (frío)). El tratamiento de la superficie es planimétrico, no se observan huellas del pincel, no hay texturas de pintura, sí visuales, la figura está modelada por valores, el fondo es plano de un solo color. No hay modulado en la obra. La aplicación de la pintura es por zonas (El animal fantástico, el cuerno, el listón, el fondo). Ahora bien, el plano pragmático de operación está configurado por el contexto en el que se va a desenvolver este trabajo: es el primer eslabón de una cadena de pinturas colocadas como instalación. (fig 2)
El mundo de las imágenes que percibimos se divide en dos dominios: El primero como representación visual: diseños, pinturas, grabados, fotografías, imágenes cinematográficas, televisivas, holo e infográficas, y se presentan como objetos materiales, signos que representan el mundo visual. El segundo es el dominio inmaterial de las mismas en nuestra mente. Allí aparecen como visiones, conceptos, fantasías, imaginaciones, esquemas, modelos ó en general como representaciones mentales. Ambos dominios están íntimamente relacionados y son interdependientes. En esta definición podemos reencontrar los dos aspectos de la imagen (mental – visual), en un tercero, que es el signo ó representación. Entonces el concepto de imagen se divide en un campo semántico determinado por dos polos opuestos. Uno describe la imagen directa perceptible ó hasta el mismo existente. El otro contiene la imagen mental simple, que, en ausencia de estímulos visuales puede pensarse. Asimismo a través de esta distinción, se tematiza la oposición entre la imagen y su objeto de referencia, entre el ser y parecer.



Desde el punto de vista de la representación, la obra de Luis Re, está ubicada en el orden de lo simbólico, es referencial, opera por semejanza, cuyo sentido está definido por el contexto ya que su ubicación y recorrido narrativo, se halla en el ámbito procesual de la experiencia del espectador.


Las imágenes pueden observarse tanto en la cualidad de signos que representan aspectos del mundo visible, cuanto en sí mismas, como figuras puras y abstractas ó formas coloridas. La diferencia entre ambas maneras de observación se reflejará, en la semiótica de la imagen, en la dicotomía signo icónico – signo plástico:
El arte se imbrica en un tipo de código denominado “blando” en tanto que su contenido resulta vago, con altos niveles de polisemia, abierto a múltiples interpretaciones. Umberto Eco lo hace participar de una categoría semiótica: el ratio difficilis, es decir de contenido impreciso que no se atiene a un tipo expresivo previsto sino que institucionaliza códigos, lo cual se encuentra íntimamente relacionado con el código estilístico ó idiolecto del pintor.


. Por ende esta serie de pinturas, (y en particular la que nos trae al análisis) son efectivamente icónicas, homologas al modelo de relaciones perceptivas utilizadas para reconocer objetos, son convenciones plásticas motivadas, que aportan simbólicamente, intelectualmente, una nueva significación cognitiva. Por tal motivo su mensaje es de código blando y de ratio difficilis. Si bien las piezas de Re, aparentemente no buscan una organización discursiva (porque no operan solo de manera temporal como la palabra sino de modo espacial y temporal), justamente la simultaneidad y la sucesión, pueden ser, en estos trabajos, características constitutivas de su disposición secuencial. Por tal motivo es importante resaltar esa cualidad de la instalación pictórica de Luis Re porque deja explícitamente declarado que el arte de ver una pintura implica la capacidad de detectar relaciones internas e interrelacionadas con el ambiente en el que se encuentran.


Retóricamente podemos inferir que en estos trabajos se reiteran ciertas unidades pictóricas para organizar los signos visuales a fin de decirnos algo. Entendemos como tropos a los desplazamientos de sentido realizados con fines estéticos. En este caso, la secuencia de pinturas “Junta tu monstruo con el mío” se presentan en varias figuras retóricas: Si bien su significado en conjunto, está en el orden de la metáfora, las imágenes, ostentan a primera vista sinécdoque como hipérbole, cada unidad presenta un tipo de configuración por antonomasia (del pop, de la alegoría) El cuadro nro 1 (unicornio) es una imagen alegórica, que se conecta con las otras imágenes por elipsis icónica, la pieza con la frase simulando neón “junta tu monstruo con el mio” también opera como elipsis de enunciación, metafórica. Son imágenes desdobladas, en donde existe desde un punto un tipo de metonimia (especialmente en las piezas presentadas en reflejo)



Para concluir este articulo, voy a aventurarme a confrontarme con los límites de la representación.


Las imágenes, a diferencia de las palabras pueden mostrar sin decir, así como las palabras tienen la capacidad de decir sin mostrar. Este acceso a la presencia directa de lo que vemos ocurre cuando nos desligamos de la visibilidad accediendo a la invisibilidad, al interior. En este estadío abandonamos la comunicación exterior y las conversaciones internas, reflexivas, van hacia el verbum cordis (lenguaje del corazón). Acceder al estado contemplativo momentáneo nos induce a habitar en la presencia.


La serie “junta tu monstruo con el mío”, es en esencia y por dichos de su autor, ese encuentro con la nada. Es el encuentro con nuestro verdadero yo reflejado parcialmente. El signo se abre a la simbolización, cuando adquiere múltiples sentidos, al abandonar la inmediatez de la comunicación y convertirse en una representación que se funde con el objeto simbolizado. Entonces, cada estadio de la representación nos lleva hacia realidades y experiencias más amplias. Luis Re, no es la excepción.

BIBLIOGRAFÍA,
BAUDRILLARD, Jean, La ilusión y la desilusión estéticas, Monte Ávila, Caracas, 1998;
CARRERE, Alberto José Saborit. Retorica de la pintura, Cátedra, Madrid, 2000;
DEBORD, Guy, La sociedad del espectáculo, La Marca, 1995;
ZAMORA AGUILA, Fernando, Filosofia de la Imagen. Lenguaje, imagen y representación, Escuela Nacional de Artes Plásticas, Colección Espiral, México 2007.

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