por Mauricio
Zárate
Parra
1
FICHA
TECNICA
DESCRIPCIÓN
FÍSICA
DE
LA
PIEZA
Autor
Víctor
Hugo
Trujillo
Cruz
Título
Sin
título
Técnica
Temple
sobre
tela
/
bastidor
Dimensiones
100
x
50
cms
Serie
La
Pastora
I.
PLANTEAMIENTO:
hermenéutica
aplicada
Por
medio
de
este
trabajo,
se
intenta
alcanzar
la
interpretación
de
una
pintura
creada
por
el
artista
Víctor
Hugo
Trujillo
Cruz,
alumno
del
Taller
de
Experimentación
Visual,
a
cargo
del
Dr.
Julio
Chávez
Guerrero.
La
pieza
en
cuestión,
plantea
de
entrada
un
reto
interpretativo
en
cuanto
a
sus
particularidades
visibles.
Por
un
lado,
la
pieza
ofrece
a
nivel
de
superficie,
una
lectura
básica
que
nos
permite
acceder
–a
partir
de
una
actitud
descriptiva‐,
a
su
contenido
simbólico‐temático
basado
en
la
forma
en
que
los
elementos
visibles
están
dispuestos
a
nivel
de
imagen
sensible.
Por
otro
lado,
‐y
de
acuerdo
a
una
primera
aproximación
a
sus
contenidos
simbólicos‐,
se
abre
la
posibilidad
de
interpretar
los
códigos
visuales,
de
tal
modo
que
éstos,
se
vuelvan
códigos
de
acceso
que
nos
permitan
llegar
al
eje
dis‐ cursivo
de
la
pieza.
En
este
caso
específico,
la
hermenéutica
se
aplica
como
método
de
lectura
de
la
imagen,
entendiendo
a
ésta
última
como
texto,
como
discurso,
más
que
como
un
con‐ gregado
de
elementos
iconográficos
que
descifrar.
Como
la
hermenéutica
no
es
preci‐ samente
un
método
fijo
e
inmutable
de
lectura,
permite
que
el
hermeneuta
se
mueva
con
cierta
libertad
en
cuanto
al
modo
de
lectura,
pero
con
plena
consciencia
de
las
normas
éticas
que
su
misma
postura
satelital
‐de
distanciamiento
respecto
a
la
pieza‐,
le
obliga
a
respetar
para
no
claudicar
en
la
sobre‐interpretación
que
más
que
búsque‐
2
da
de
sentido,
sea
el
despliegue
de
una
extravagancia
especulativa
encallada
en
una
subjetividad
irrelevante.
Como
en
el
texto
escrito,
el
texto
visual
mantiene
lindes
específicos.
Uno
de
esos
límites
corresponde
a
lo
puramente
visible,
es
decir;
que
el
ejercicio
hermenéuti‐ co
parte
de
los
contenidos
pictóricos
de
la
pieza
y
a
lo
mucho,
de
los
elementos
no
vi‐ sibles
pero
sí
referenciados
como
contenidos
“ausentes”
que
confeccionen
la
apoyatu‐ ra
conceptual
e
ideológica
de
lo
visible.
II.
HIPÓTESIS
INTERPRETATIVA
Una
primera
y
rápida
observación
de
la
pintura
“sin
título”
nos
sugiere,
que
la
pieza
pertenece
a
una
serie
de
trabajos
que
abordan
–con
sus
respectivas
variables‐,
al
pai‐ saje
urbano,
pero
con
la
cualidad,
de
que
el
discurso
de
estas
obras
no
es
en
sí
el
paisa‐ je
o
la
ciudad;
sino
que
la
elección
temática
funciona
como
pretexto
para
el
despliegue
de
lo
pictórico
que
desde
una
dinámica
singular,
conduce
al
artista
creador
a
la
elabo‐ ración
de
pinturas
que
persiguen
el
hallazgo
pictórico.
En
otras
palabras,
en
esta
hipó‐ tesis
se
presume
que
eje
discursivo
de
la
pintura
de
Víctor
Hugo
Trujillo
se
asienta
en
la
materialidad
de
la
pintura
y
que
ésta,
se
establece
como
un
tipo
de
metalenguaje
que
permite,
en
términos
salabertianos
«hablar
la
pintura».
Por
lo
tanto,
intentaré
de
responder
–por
medio
de
la
interpretación‐,
el
porqué
de
la
pintura
de
este
artista.
III.
DESARROLLO
La
pintura
de
Víctor
Hugo
Trujillo
adopta
la
temática
del
paisaje
urbano
a
partir
del
año
2008,
luego
de
pasar
por
otros
tópicos
fuertemente
relacionados
con
lo
tanatolo‐ gico
y
lo
violento
como
modos
de
representación
en
su
pintura.
No
obstante,
el
pintor
ha
declarado
que
en
algunos
momentos
de
su
vida
creativa,
experimentó
una
disper‐ sión
temática
que
le
obligó
a
concentrarse
en
la
persecución
de
un
motivo
pictórico
que
le
permitiera
expresar
sus
inquietudes
personales,
a
través
de
un
lenguaje
articu‐ lado
distinto
al
oral
y
al
escrito,
que
fuera
un
planteamiento
visual
concreto.
De
esta
forma,
la
pintura
de
Víctor
comenzó
a
adquirir
una
intensión
más
precisa,
que
decidió
asentarla
en
la
pintura
de
paisaje
de
forma
que
éste,
funcionara
más
allá
de
su
talante
iconográfico.
3
La
intencionalidad
en
la
pintura
de
Víctor
Hugo,
obedece
al
objetivo
del
artista
por
lograr
que
los
colores
y
las
formas
establezcan
un
diálogo
con
el
espectador;
y
el
modo
en
que
este
diálogo
se
establece
es
por
medio
de
los
rastros
de
“lucha”
que
se
originaron
al
momento
de
la
creación
pictórica;
dicho
de
otra
forma,
la
pintura
de
Víctor
se
presenta
a
través
de
un
tema,
como
un
problema
de
substancialidad.
A
continuación,
veremos
de
manera
resumida
cómo
es
que
este
diálogo
se
es‐ tablece
y
se
convierte
en
un
eje
discursivo
auténtico.
EL
AUTOR
Y
SU
CONTEXTO
Víctor
Hugo
Trujillo
Cruz
creció
en
la
colonia
“La
Pastora”
en
la
Delegación
Gustavo
A.
Madero
de
la
Ciudad
de
México.
El
ambiente
de
dicha
colonia
en
cuestión
de
paisaje
urbano
resulta
un
tanto
accidentado,
ya
que
las
condiciones
topográficas
de
la
zona
obligan
a
la
adaptación
de
las
viviendas
de
un
modo
aparentemente
desordenado
y
que
escalan
los
cerros
que
la
flanquean
al
tiempo
que
le
funcionan
como
rasgo
distin‐ tivo
en
cuestión
demográfica.
En
la
producción
reciente
de
Víctor
se
aprecian
claramente
estas
características
como
códigos
que
de
cierta
forma,
coadyuvan
a
la
creación
de
un
patrón
compositivo
al
ser‐ vicio
de
una
mirada
con
dinámicas
ascendentes
–las
casas
que
se
extienden
hacia
arri‐ ba
de
los
cerros‐,
y
con
dinámicas
descendentes
–desde
arriba
de
las
casas,
donde
pueden
contemplarse
azoteas
y
partes
superiores
de
las
viviendas‐.
De
esta
manera,
intuimos
que
el
contexto
topográfico
que
envolvió
durante
va‐ rios
años
al
artista,
influye
directamente
sobre
la
manera
de
componer
sus
pinturas,
de
elegir
vistas
estrechas
que
ofrecen
detalles
muy
similares
a
los
panoramas
que
se
tienen
de
la
colonia
cuando
se
camina
a
través
de
ésta.
Sus
pinturas
son
adaptaciones
de
esas
“vistas”
desde
el
punto
de
vista
del
artista
como
paseante,
situación
que
me
recuerda
la
obra
del
pintor
norteamericano
Wayne
Thieboud,
quien
experimentó
en
las
calles
de
San
Francisco
no
una
aproximación
al
paisaje
por
su
ambiente
visual,
sino
por
lo
que
éste
podía
aportar
al
dialecto
de
la
pintura
como
materia
y
lenguaje
propio.
Víctor
no
es
un
paseante
común,
pues
a
través
de
sus
capacidades
sensoriales,
el
artista
capta
una
sutileza
tremenda
que
forma
parte
de
su
intención
creadora:
bus‐
4
car
en
esas
calles,
avenidas
y
callejones
el
detonador
de
una
nueva
batalla
que
tendrá
lugar
en
una
tela,
no
como
un
esfuerzo
mimético,
sino
como
un
intento
por
hacer
que
la
materia
pictórica
haga
lo
suyo.
Pere
Salabert
hace
referencia
a
este
fenómeno
cuan‐ do
habla
del
«reengendramiento»
de
la
pintura;
es
decir,
cuando
la
pintura
trata
de
transcribirse
de
lo
pictórico
a
lo
literario.
En
la
pintura
“sin
título”
de
Víctor,
este
fenómeno
que
describe
Salabert
en
su
(D)efecto
de
la
Pintura
ocurre
de
manera
casi
opuesta.
Me
explicaré.
La
oposición
a
la
que
me
refiero
es
un
efecto
de
transfiguración,
ya
que
cuando
la
pintura
se
lleva
a
lo
literario,
es
justo
el
momento
en
el
que
la
interpelación
por
lo
hermenéutico
sucede;
pues
Víctor
ha
logrado
en
algunas
obras
más
que
en
otras,
el
texto
idóneo
para
su
interpretación.
La
acción
de
comprender
una
obra
no
se
basta
tan
sólo
con
el
virtual
entendi‐ miento
de
los
sistemas
simbólicos
del
artista.
La
comprensión
es
un
conjunto
en
el
que
se
reúnen
todos
los
espacios
y
elementos
del
sentido:
en
la
pintura
“sin
título”
nos
en‐ contramos
con
líneas
y
trazos
que
forman
la
idea
de
una
calle,
pero
que
‐según
el
con‐ texto
ambiental
del
artista‐,
son
estos
trazos
los
itinerarios
de
su
transcurrir
en
el
ais‐ lamiento
contemplativo
del
panorama.
La
pintura
se
desenvuelve
en
el
mundo
al
mismo
tiempo
que
el
pintor
inflexiona
la
rectitud
lineal
del
tiempo
para
hacerla
al
an‐ tojo
de
su
experiencia;
es
la
relatividad
que
ofrece
el
fenómeno
ante
su
mirada.
Muy
probablemente,
esta
situación
es
lo
que
sumerge
al
artista
en
una
inten‐ cionalidad
que
vaga
entre
lo
consciente
y
lo
inconsciente.
En
una,
es
de
tipo
tácito,
pues
de
cierta
forma
el
artista
sabe
que
lo
que
realmente
quiere
es
trascender
el
tema
de
lo
que
pinta
para
tratar
de
llegar
al
diálogo
puramente
pictórico,
mientras
que
el
espectador
mantiene
una
relación
de
semi‐entendimiento;
el
otro,
corresponde
a
una
inconsciencia
por
parte
del
pintor
‐que
de
cierto
modo
ignora‐,
que
lo
que
intenta
es‐ tablecer
con
su
pintura,
es
precisamente
un
eje
discursivo.
5
APROXIMACIÓN
INTERPRETATIVA:
texto,
discurso
y
factibilidad
La
pintura
“sin
título
es
una
pieza
que
rompe
con
una
etapa
muy
colorida
en
el
que‐ hacer
pictórico
de
Víctor.
A
continuación
intentaré
explicar
el
porqué
de
esta
pintura,
tomando
en
cuenta
como
parte
de
su
contexto,
la
obra
reciente
que
también
pertenece
a
la
misma
serie
de
“La
Pastora”.
Colocar
al
texto
en
su
contexto,
es
una
de
las
piezas
clave
en
el
acto
interpreta‐ tivo,
pero
antes
diré
brevemente
lo
qué
presumo,
es
un
texto
en
la
pintura.
Paul
Ricoeur
señala,
que
un
texto
–en
hermenéutica‐,
es
un
discurso
fijado
por
la
escritura.
Esta
declaración,
Ricoeur
la
apoya
en
lo
que
para
Saussure
significaba
el
concepto
del
habla,
«como
la
realización
de
una
lengua
en
un
discurso».
Pero
este
fenómeno
tan
cotidiano
para
nosotros
los
hablantes
es,
en
toda
la
extensión
de
la
pa‐ labra,
un
acontecimiento.
Este
acontecer
es
justo
lo
que
sucede
en
la
pintura,
pues
de
cierta
forma,
lo
que
acontece
se
plasma
en
la
pintura
de
un
modo
permanente,
así
co‐ mo
el
discurso
es
fijado
por
la
escritura
a
través
del
texto
escrito.
Lo
que
acontece
es,
según
la
teoría
de
la
acción,
una
cuestión
de
voluntad
que,
analizada
desde
la
filosofía,
puede
conectarse
con
una
cuestión
de
intencionalidad.
Te‐ nemos
así,
que
el
texto
en
pintura
es
acontecimiento,
intensión
y
fijación
de
un
discur‐ so;
concepto
que
más
adelante
analizaré
brevemente.
Regresando
a
la
pintura
“sin
título”,
identifico
que
el
texto
es
de
dos
tipos;
es
decir,
hay
un
acontecer
de
dos
formas
primarias.
La
primera
es
el
suceso
real
que
de‐ tona
al
tema.
Este
tipo
de
acontecimiento
es
el
que
estimula
al
pintor
a
una
acción,
en
la
que
se
plantean
las
imágenes
que
tentativamente
compondrán
su
obra.
A
esta
etapa
corresponde
el
momento
en
que
Víctor
ha
escogido
una
escena
particular
y
no
otra,
porque
en
su
interior
se
conforma
el
acontecimiento
mismo
que
dará,
luego,
origen
al
auténtico
discurso
de
su
obra.
La
segunda
forma,
ocurre
cuando
el
artista
decide
en‐ frentarse
con
el
cuadro
en
blanco.
Independientemente
si
hay
o
no
hay
referencia
fo‐ tográfica,;
para
Víctor
lo
que
importa
es
el
suceso
contemplativo,
pero
desde
una
posi‐ ción
extremadamente
profunda:
desde
los
primeros
trazos
de
“sin
título”
ya
existe
la
“presencia”
de
un
nodecir
que
corresponde
al
texto,
como
forma,
pues
todavía
no
se
conforma
el
discurso.
Ese
acontecimiento
es
el
más
importante
en
cuanto
a
la
produc‐
6
ción
de
la
pintura,
pues
en
su
ejecución
suceden
cosas,
no
suceden
otras;
es
una
cues‐ tión
de
decir
y
nodecir.
La
mente
del
pintor
se
ocupa
en
lidiar
con
las
contingencias
–por
llamarlas
de
alguna
forma
más
adecuada
al
contexto
hermenéutico‐,
de
lo
lin‐ güístico,
condenado
al
acontecimiento
de
la
factura.
De
esta
forma
podemos
interpretar,
que
el
texto
en
“sin
título”
no
sólo
es
lo
que
a
nuestros
ojos
se
presenta
tentadoramente
como
un
conglomerado
de
signos
o
símbolos,
porque
de
hecho,
no
los
hay,
pues
en
su
lugar
existen
códigos
de
acceso
que
nos
permiten
intuir
dónde
comienza
el
discurso,
dicho
de
otra
forma,
en
lo
que
se
in‐ teresa
por
lo
no
decible.
Los
negros
intensos,
los
trazos
largos,
las
manchas
apresura‐ das
son
testimonio
de
una
urgencia
por
decir,
por
hacer
que
las
materias
y
las
subs‐ tancias
se
encarnen
en
la
lucha
que
permita
a
la
pintura,
por
fin
exponer
su
discurso,
hablar
en
un
permanente
decir.
El
discurso
proviene
de
la
misma
idea
del
acontecimiento,
pero
con
el
matiz,
de
que
en
éste,
corresponde
justamente,
al
terreno
del
decir.
Si
el
texto
es
la
petrificación
de
lo
que
se
habla
–ya
sea
oral
o
mentalmente.,
entonces
el
discurso
es
lo
que
perma‐ nece
–aunque
en
un
plano
conceptual‐
en
la
superficie
pictórica.
Las
capas
de
pintura
en
“sin
título”
están
empastadas
con
una
intención
discur siva,
vaya,
son
en
cuerpo,
un
acto
de
hablar.
Salabert
plantea
que
un
paradigma
actual
en
pintura
es,
si
a
caso
debe
«hablarse
de
pintura
o
hablar
la
pintura».
Pienso,
según
esta
hipótesis,
que
la
pintura
cuando
está
en
el
momento
discursivo
es
capaz
de
“hablarse”
y
que
cualquier
otro
intento
por
“hablar”
sobre
ese
momento,
sólo
es
posi‐ ble
desde
una
perspectiva
fenomenológica,
más
no
interpretativa.
Esto
no
quiere
de‐ cir,
que
la
descripción
del
acontecimiento
fenomenológico
quede
desacreditado,
sino
que
corresponden
a
concepciones
diferentes
de
tiempo,
espacio
y
significado.
Lo
que
nos
ocupa
en
“sin
título”
es
identificar
el
discurso
y
no
solo
eso,
sino
que
a
partir
de
esta
identificación,
nos
acerquemos
a
una
cuestión
de
intencionalidad
por
parte
del
pintor,
intencionalidad
que
permanece
hermética,
asegurada
y
oculta
ba‐ jo
la
apariencia
del
paisaje
urbano.
Si
analizamos
de
cerca
la
obra
de
Víctor
Hugo
Trujillo;
podemos
ver
que
la
pin‐ celada
tiene
un
carácter
desesperante,
hiperquinético
que
de
cierto
modo
no
corres‐
7
ponde
a
lo
representado,
un
“nocturno”
de
La
Pastora
quieto
en
el
silencio
nocturno.
Haciendo
una
analogía
con
la
acción
del
habla,
esta
hiperactividad
correspondería
a
las
redundancias,
a
los
sobresaltos,
a
los
tartamudeos
que
no
nos
permiten
expresar
una
idea
de
modo
oral
ni
escrito,
y
que
la
única
posibilidad,
es
la
materialización
y
captura
de
la
expresión
por
medio
de
la
marca,
la
evidencia
somática
de
la
pintura.
Con
esto
último,
la
expresión
queda
fijada
como
un
acontecer
del
habla,
fijada
en
modo
de
texto,
lo
cual
nos
conduce,
como
ya
vimos,
al
discurso.
Los
rodeos,
cuando
alguien
quiere
decir
algo;
en
pintura
pueden
analogarse
como
los
“sobados”
del
pincel
sobre
la
tela,
que
no
son
más
que
un
querer
expulsar
de
manera
cristalina
una
idea
o
algún
concepto.
En
“sin
título”
se
puede
ver
una
carga
expresiva
ausente
en
obras
anteriores.
El
blanco
y
el
negro,
con
escasos
toques
de
lu‐ minosidades
en
extremo
cálidas,
no
corresponden
a
una
intención
descriptiva
de
la
escena;
corresponden
a
la
batalla
entre
las
masas
de
color,
a
la
forma
en
que
éstas
son
impactadas
sobre
la
tela:
es
la
desesperación
del
decir.
En
la
pintura
“sin
título”
de
Víctor
Hugo
Trujillo;
suceden
una
cadena
de
hechos
a
los
que
me
referiré
como
facticidad.
Esta
cualidad
me
conduce
a
un
asunto
ontológico
que
se
preocupa
–en
términos
teleológicos‐,
al
fin
último
de
su
pintura,
el
cual
intento
definir
a
partir
de
la
pura
identificación
de
su
discurso.
Quiero
concluir
este
ensayo
interpretativo
resumiendo
‐a
partir
de
la
factici dad‐
lo
que
interpreto
de
esta
pieza,
para
lo
que
recurro
un
tanto,
a
la
mención
de
cier‐ tos
pasos
o
métodos,
para
alcanzar
este
objetivo
de
comprensión.
En
primer
lugar,
no
me
he
detenido
a
describir
la
pieza
visualmente,
pienso
que
eso
corresponde
a
una
cuestión
fenoménica,
más
que
a
una
interpretativa.
Si
bien
es
cierto
que
cuando
alguien
habla,
intentamos
entender
lo
que
éste
dice,
no
nos
pa‐ ramos
en
la
reflexión
de
los
componentes,
sino
de
un
todo
que
nos
brinda
determina‐ do
significado.
Si
yo
quisiera
detenerme
en
la
descripción
de
la
pintura
de
Víctor,
tendría
que
recurrir
–a
partir
de
una
postura
fenomenológica‐,
a
un
análisis
más
com‐ prometido
con
aspectos
semióticos
e
iconográficos
y
en
este
ensayo,
me
interesa
el
todo
y
como
un
todo
trato
de
exponer
cuál
es
el
texto
en
“sin
título”
y
por
resultado,
dónde
y
cómo
se
localiza
su
discurso.
8
El
concepto
de
factibilidad
lo
utilizo
con
la
idea
de
exponer
lo
evidente,
lo
que
ya
está
en
el
texto.
A
partir
de
la
lectura
de
este
texto,
es
como
interpreto
que
la
pintu‐ ra
de
Víctor
obedece
a
hechos
ontológicos,
es
decir,
del
ser
mismo
de
su
pintura,
«hablar
su
pintura».
Es
innegable,
que
el
paisaje,
los
ángulos,
las
perspectivas
y
hasta
las
cualidades
cromáticas
de
la
pintura
de
Trujillo
contribuyen
al
enriquecimiento
de
la
pintura
jo‐ ven;
pero
estas
cuestiones
sólo
obedecen
a
requerimientos
técnicos,
a
limitantes
nece‐ sarias
para
identificar
iconográficamente
la
pintura
del
artista.
En
esta
pieza
Víctor
se
deja
guiar
por
las
exigencias
discursivas,
que
no
preci‐ samente
provienen
del
pintor,
sino
que
suceden
y
sólo
son
posibles
en
el
campo
virgen
de
la
tela
en
blanco.
“Sin
título”
es
una
pieza
en
la
que
se
presenta
la
necesidad
de
la
expresión
y
que
se
deja
llevar
con
toda
la
honestidad
posible
en
un
locutor
que
intenta
diariamen‐ te
comunicarse
con
el
exterior.
El
porqué
de
esta
pintura
esta
relacionado
con
su
facti cidad,
la
cual
puede
sintetizarse
con
una
afirmación
que
‐aunque
parezca
simplista
y
hasta
reduccionista‐,
nos
dice,
que
para
Víctor
trasciende
una
actitud
artística
oculta
pero
franca:
él
sólo
quiere
pintar.
Mauricio
Zárate
Parra
Taller
Horas
Eternas,
Tlalpan,
D.F.
Junio
2011
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