miércoles, 28 de noviembre de 2007

Estética de lo gatuno en la pintura de Lourdes Domínguez



por Benigno Casas

Para autores como Friedrich Kainz lo estético no tiene ninguna significación objetiva, sino funcional, al designar un determinado punto de vista, percepción o manera de captar los valores de un bien cultural o plástico. Y esa manera tan particular y personal de captar el bien o la forma plástica, naturalmente que tiene una fuerte dosis de subjetividad, pues habrá quien vea a los felinos domésticos únicamente desde la perspectiva fáunica de lo que son y le provocan, poniendo en juego una percepción de tipo funcional o teórica, como simples mascotas que maullan, arañan o persiguen roedores. Pero habrá también quien, como Lourdes, perciban a éstos cuadrúpedos más allá de ese perfil, de una manera completamente distinta, en un sentido estético, en donde entran en juego conceptos y formas de representación, gráficas o cromáticas.



Dentro del mundo de las imágenes, las formas gatunas han sido una constante en la obra pictórica de Lourdes Domínguez, quien en su gusto y empatía hacia este tipo de animales ha persistido en una estética muy particular, en la que conjuga intuición, conocimiento y experiencia en una proyección formalista. Así, si nos atenemos al análisis semiótico de su obra, nos percatamos que sus elementos icónicos, entendidos como las consideraciones referenciales o de representación de la misma, semejan en mucho la anatomía peculiar de los felinos, retomada en forma integral o segmentada con fuerte grados de abstracción. Cabezas (tipos), ojos, pupilas o retinas, garras (subtipos), cuerpos intencionalmente deformados que a veces interactúan con otros elementos como la luna, una serpiente, un recipiente, etcétera (supratipos), constituyen el corpus icónico del que Lourdes echa mano y que proyecta en ritmos expresionistas. En la articulación de estas unidades icónicas se expresa una variedad en la prevalencia de cada una de ellas en el plano pictórico.



En lo que se refiere a los segmentos plásticos de la pintura de Lourdes (entendidos como los elementos formales, texturales y cromáticos), ella recurre al uso de acrílico sobre poliestireno, que aplica generalmente mediante el uso de estopa. Sus formas son construidas a través del color, más que de línea, y las presenta a veces en forma yuxtapuesta y en grandes volúmenes que ocupan todo el plano, realizadas a veces a la manera de sinécdoque cuando recurre a los tipos y subtipos como cabezas, ojos o garras (recordemos que en retórica la sinécdoque es la sustitución de una imagen íntegra por uno de sus elementos que la significa). Su trabajo se distingue también por las texturas visuales que dejan la huella de la estopa y las veladuras cromáticas, y a veces por los esgrafiados de
distintas calidades que realiza. Su paleta de colores es austera y generalmente recurre a los tonos neutros medios y oscuros.



De la obra reciente de Lourdes destaca uno de sus acrílicos por la particular polisemia del corpus icónico que contiene. Representa a un gato de cabeza oscura, cuyo largo cuerpo presenta manchas parecidas a las del tigre y el leopardo, además de que se desdobla en dos planos dentro de la mayor parte del plano pictórico. Otras unidades o elementos icónicos realizados en dibujo de línea se yuxtaponen de una manera muy sutil a la extendida figura felina, que muy bien representan objetos de cristal parecidos a garrafones, vasos, esferas y matraces de laboratorio; un ojo, una garra y otras figuras orgánicas no reconocidas aparecen también distribuidas en el plano. Todo ello nos hace recordar el tropo retórico denominado como anacoluto, que visualmente representa una imagen irreal e imposible de existir, que contraviene las reglas del sentido común; ésa es la imagen que proyecta la pintura de Lourdes. Se trata de una figura felina que no sabemos si sea un tigre, un gato o un leopardo, pero que además se diferencia de cualquiera de ellos en tanto posee extremidades adicionales y distintos colores y texturas de su piel. Muy probablemente se trate de una fiera híbrida, resultado de los experimentos in vitro que en los últimos años llevan a cabo los científicos para lograr la clonación perfecta de seres vivos. Esa es la percepción más plausible que resulta de un corpus icónico y plástico que reúne al extraordinario felino, extremidades o fragmentos orgánicos del mismo y matraces o tubos de ensayo.



Ahora, en lo que se refiere al corpus plástico, la pintura destaca por su bien estructurado y fino dibujo, que satura o suaviza la línea, contribuyendo con ello a darle profundidad en el plano. En sus usos cromáticos destaca también una armonía de complementarios, que por un lado va de los amarillos más sutiles a los naranja, mientras por el otro va de los azules más sutiles a los violeta. La unidad compositiva del dibujo se integra perfectamente con la armonía cromática puesta en juego, de tal manera que la pintura se nos presenta como un todo bien equilibrado, que se distingue del resto de pinturas del conjunto presentado de cuatro. Éstos son los valores estéticos que posee la pintura del “gato híbrido” de Lourdes y que la hacen particularmente destacable.

BC
25 de noviembre de 2007.

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