por César
Isaac García Ortiz
Fiel a la serie que ha presentado a
lo largo del curso, Marco presenta en esta obra su preocupación sobre la forma
en la que las telecomunicaciones y las redes sociales podrían estar afectando
de manera dramática nuestro acercamiento al mundo y nuestra experiencia
colectiva de pertenencia. La atmósfera desvaída que presenta esta obra se
interrumpe por las activaciones en gris oscuro dispuestas a la mitad del
cuadro. Estas pertenecen a las figuras que deambulan por la zona central de la
obra, personas que caminan y miran sus dispositivos electrónicos al mismo
tiempo. Si bien la composición es sencilla (la imagen se divide por la mitad),
existe un juego dinámico creado por las figuras de los caminantes que recuerda
de alguna manera al desnudo bajando las
escaleras de Duchamp o alguna obra
de los futuristas, la obra no se percibe estática o aburrida. La paleta es en
general gris con pequeñas matizaciones que van del rosa al amarillo y verde. Se
percibe en esta obra una intención más sobria que invita a la observación y
contemplación de los pequeños matices, los pequeños y sutiles guiños cromáticos,
que me parece, representan la fuerza de esta obra. A diferencia de los trabajos
anteriores, el uso tanto de la espátula y la mancha se percibe menos violento, la huella de la ejecución no
salta a la vista de la forma en que en obras anteriores lo hacía. A su vez los
rasgos figurativos no se encuentran claramente definidos, se internan en las
manchas de la atmosfera que se crea. La integración de esta obra resulta de esta
mezcla que se siente natural, las figuras operan a manera de sugerencia de
lectura, no se oponen a la naturaleza abstracta de la composición y es el color
y la forma en la que se distribuye en el cuadro lo que otorga carácter a la
obra.
En el
plano semántico, como ya se comentó, la obra hace referencia al radical cambio
en las relaciones sociales que el avance tecnológico en las telecomunicaciones
está provocando. La figura humana es solo una insinuación que se desvanece,
podría ser esta la verdadera preocupación de Marco, la expansión de tecnologías
que nos podrían estar llevando al vértigo de la despersonalización y la pérdida
de los contactos interpersonales, táctiles y experienciales que hasta hace unos
cuantos años formaban parte de las actividades que nos definían como seres
humanos. La obra se mueve entre la mimesis y la semejanza, ya que si bien la
figura humana y el acto de ver los dispositivos electrónicos se presentan como
insinuaciones, estas resultan muy claras y la lectura de la obra se encuentra
fuertemente determinada por este elemento guía. Dentro del cuerpo de la obra de
Marco se podría decir que las figuras operan a manera de sustitución de toda
una sociedad que se vuelca a vivir dentro de la conectividad tecnológica, esto
a partir de la figura trópica de la sinécdoque que se abordará más adelante.
Es en el plano sintáctico donde la obra
presenta su mayor carga comunicativa. El cuadro se estructura a partir de la
organización de los colores, intensos y definidos en la parte central,
difuminados y sobrios en las laterales. La composición es simétrica con la
inclusión del juego dinámico entre cabezas, piernas y brazos que presentan un ritmo
evanescente. Como ya se mencionó el cuadro tiene un carácter sobrio y la
lectura se realiza a través de la contemplación de los pequeños matices, de las
ligeras activaciones de color que se presentan a lo largo y ancho del cuadro.
La preponderancia del rosa en el lado derecho del cuadro opera a manera de
oposición al amarillo del lado izquierdo, enfatizando con ello la composición
simétrica y la lectura horizontal del flujo.
El
proceso de construcción es menos evidente que en otras obras, perdiendo relevancia
en este caso para su lectura la mancha, la marca de la espátula etc.
Reiterando, la expresividad del cuadro es calmada, se teje a partir de sutiles
modificaciones y transiciones cromáticas, con algunos altos contrastes en la
parte central que si bien operan a manera de foco que concentra por momentos la
atención dejan la puerta abierta para que el espectador transite por el resto
de la obra. Así, la representación aquí tratada es simbólica, donde lo que se
comunica a quien mira se articula a través de las relaciones entre las formas,
los colores y la composición que construye la obra. La sensación de flujo a
través de una especie de densa nube que disipa a los cuerpos se genera a partir
de la interrelación entre la forma (figura humana que se disuelve) y el color
(apagado con ligeras intensidades cromáticas).
El
cuadro se sirve de manera particular del signo icónico. Como ya se mencionó, las
figuras del centro dirigen la lectura de la obra y a su vez la ubican dentro
del cuerpo de trabajo de Marco donde la interacción con los dispositivos
electrónicos juega un papel preponderante, el énfasis puesto en los zapatos y
en algunos rasgos de las figuras como orejas, ojos, etc. llevan a relacionar la
obra con el acto descrito, llevando al espectador a leer la obra alrededor de
la preocupación central del autor, sin embargo a diferencia de obras anteriores
la atmósfera ocupa un lugar preponderante en la conformación de la lectura, los
signos icónicos solo estarían señalando un camino pero el recorrido de este se lleva
a cabo a través de las relaciones pictóricas. Es por ello que el signo plástico
me parece resalta en la obra aquí descrita. El mensaje se estructura a través
de los signos cromáticos, los signos de la forma que remiten a una atmósfera
que difumina los límites de las figuras y hablan sobre la condición
contemporánea de las relaciones sociales.
Los
códigos duros son prácticamente inexistentes en la obra, si bien la referencia
a la figura humana es clara, estas se interpretan a partir de las relaciones cromáticas,
a su vez se relaciona con el cuerpo de trabajo del autor donde el plano
sintáctico adquiere la mayor preponderancia. La obra se forma a partir de
códigos blandos que, reiterando al análisis que se ha hecho de el cuadro,
generan una lectura y una subsecuente interpretación a través de las relaciones
establecidas entre los elementos propios de la práctica pictórica.
Finalmente
pasaré a analizar las figuras trópicas presentes en la obra descrita. En primer
lugar aun cuando las figuras que caminan son de distintas personas, existe un
carácter de despersonalización que las vuelve casi homogéneas y por lo tanto el
juego dinámico se logra a partir de la repetición de estos moldes con forma de
humano, es decir, se utiliza (solo en la parte central) la aliteración. Con
esta figura retórica se logra enfatizar la intercambiabilidad y en cierto
sentido el tono desesperado de la obra, que percibe una especie de perversión
en el acto de desconectarse del mundo para adentrarse en el circuito integrado
y la red comunicativa que paradójicamente desvincula a quienes la integran, las
figuras que se interponen entre sí , que se estorban, no se percatan de la
presencia del OTRO, ese problema filosófico que había ocupado tantas páginas
dentro del pensamiento occidental y podría quedar borrado por las dinámicas que
la sociedad tecnocrática está definiendo y determinando como propias.
Se sirve
a su vez de la elipsis ya que el entorno en el cual las figuras se deslazan no
existe en la pintura, imaginamos que hay un soporte material que da cuerpo a
quienes por ahí caminan pero este no se ve. El entorno tiene una presencia in absentia y es así como se entiende
mejor la conexión a la red, no importa dónde te encuentres, con quién o cuándo,
los canales de comunicación se convierten en la experiencia descorporeizada del
individuo contemporáneo. La ausencia de ese espacio que implicaba una
experiencia de primera mano hace las veces de metáfora de lo que implica la
conexión digital. El espacio donde vivimos no ha cambiado, lo que cambió fue la
manera de percibirlo, en ocasiones desaparece, ya no se encuentra en el radar
de nuestros intereses y en la experiencia colectiva simbólica pareciera que
tiende al olvido. La inmersión de las figuras en una masa informe de colores se
entiende como salto metafórico que analiza la dinámica social de la experiencia
tecnocrática.
A su vez
todo el trabajo de Marco se sirve de la sinécdoque, ya que la figura humana
siempre se encuentra fragmentada y toda una situación se reconstruye en el
imaginario del espectador a través de las sugerencias hechas por el cuadro. Por
otra parte la reiteración de la mirada al dispositivo electrónico y la clara
incomunicación entre individuos podría leerse como un comentario entre
apesadumbrado e irónico.
La obra
de Marco invita a una reflexión que intente salir del lugar común, si bien a
través de su trabajo se puede percibir una resistencia a la transformación casi
inevitable que la tecnología provoca, esta obra resulta interesante porque deja
más espacio para el criterio del espectador, invita no al juicio preconcebido
sino a la inmersión en la atmosfera difusa de un cambio del que aun no sabemos
cuáles serán sus consecuencias definitivas. Invita no a la opinión fácil, sino
que dentro de la ambigüedad que provoca la baja intensidad del color y de las
formas, intenta internarse en el espacio que analiza para verlo desde dentro. Es
un intento todavía, pero a diferencia de las obras anteriores, aquí se está
poniendo en juego la intención y el objetivo del artista. Si en obras
anteriores trataba de hacer ver la
irracionalidad y la falta de lógica presente en las relaciones interpersonales
actuales, en esta última obra se abre a hacer preguntas, no determina, sugiere
una vía de exploración, se permite aunque sea solo un poco dejar a un lado los
juicios y ver a través de la pintura.