miércoles, 6 de enero de 2016

Sobre la obra de Marco Armenta

por César Isaac García Ortiz

 
     Fiel a la serie que ha presentado a lo largo del curso, Marco presenta en esta obra su preocupación sobre la forma en la que las telecomunicaciones y las redes sociales podrían estar afectando de manera dramática nuestro acercamiento al mundo y nuestra experiencia colectiva de pertenencia. La atmósfera desvaída que presenta esta obra se interrumpe por las activaciones en gris oscuro dispuestas a la mitad del cuadro. Estas pertenecen a las figuras que deambulan por la zona central de la obra, personas que caminan y miran sus dispositivos electrónicos al mismo tiempo. Si bien la composición es sencilla (la imagen se divide por la mitad), existe un juego dinámico creado por las figuras de los caminantes que recuerda de alguna manera al desnudo bajando las escaleras de Duchamp o  alguna obra de los futuristas, la obra no se percibe estática o aburrida. La paleta es en general gris con pequeñas matizaciones que van del rosa al amarillo y verde. Se percibe en esta obra una intención más sobria que invita a la observación y contemplación de los pequeños matices, los pequeños y sutiles guiños cromáticos, que me parece, representan la fuerza de esta obra. A diferencia de los trabajos anteriores, el uso tanto de la espátula y la mancha se percibe menos violento, la huella de la ejecución no salta a la vista de la forma en que en obras anteriores lo hacía. A su vez los rasgos figurativos no se encuentran claramente definidos, se internan en las manchas de la atmosfera que se crea. La integración de esta obra resulta de esta mezcla que se siente natural, las figuras operan a manera de sugerencia de lectura, no se oponen a la naturaleza abstracta de la composición y es el color y la forma en la que se distribuye en el cuadro lo que otorga carácter a la obra.
En el plano semántico, como ya se comentó, la obra hace referencia al radical cambio en las relaciones sociales que el avance tecnológico en las telecomunicaciones está provocando. La figura humana es solo una insinuación que se desvanece, podría ser esta la verdadera preocupación de Marco, la expansión de tecnologías que nos podrían estar llevando al vértigo de la despersonalización y la pérdida de los contactos interpersonales, táctiles y experienciales que hasta hace unos cuantos años formaban parte de las actividades que nos definían como seres humanos. La obra se mueve entre la mimesis y la semejanza, ya que si bien la figura humana y el acto de ver los dispositivos electrónicos se presentan como insinuaciones, estas resultan muy claras y la lectura de la obra se encuentra fuertemente determinada por este elemento guía. Dentro del cuerpo de la obra de Marco se podría decir que las figuras operan a manera de sustitución de toda una sociedad que se vuelca a vivir dentro de la conectividad tecnológica, esto a partir de la figura trópica de la sinécdoque que se abordará más adelante.
     Es en el plano sintáctico donde la obra presenta su mayor carga comunicativa. El cuadro se estructura a partir de la organización de los colores, intensos y definidos en la parte central, difuminados y sobrios en las laterales. La composición es simétrica con la inclusión del juego dinámico entre cabezas, piernas y brazos que presentan un ritmo evanescente. Como ya se mencionó el cuadro tiene un carácter sobrio y la lectura se realiza a través de la contemplación de los pequeños matices, de las ligeras activaciones de color que se presentan a lo largo y ancho del cuadro. La preponderancia del rosa en el lado derecho del cuadro opera a manera de oposición al amarillo del lado izquierdo, enfatizando con ello la composición simétrica y la lectura horizontal del flujo.
El proceso de construcción es menos evidente que en otras obras, perdiendo relevancia en este caso para su lectura la mancha, la marca de la espátula etc. Reiterando, la expresividad del cuadro es calmada, se teje a partir de sutiles modificaciones y transiciones cromáticas, con algunos altos contrastes en la parte central que si bien operan a manera de foco que concentra por momentos la atención dejan la puerta abierta para que el espectador transite por el resto de la obra. Así, la representación aquí tratada es simbólica, donde lo que se comunica a quien mira se articula a través de las relaciones entre las formas, los colores y la composición que construye la obra. La sensación de flujo a través de una especie de densa nube que disipa a los cuerpos se genera a partir de la interrelación entre la forma (figura humana que se disuelve) y el color (apagado con ligeras intensidades cromáticas).
El cuadro se sirve de manera particular del signo icónico. Como ya se mencionó, las figuras del centro dirigen la lectura de la obra y a su vez la ubican dentro del cuerpo de trabajo de Marco donde la interacción con los dispositivos electrónicos juega un papel preponderante, el énfasis puesto en los zapatos y en algunos rasgos de las figuras como orejas, ojos, etc. llevan a relacionar la obra con el acto descrito, llevando al espectador a leer la obra alrededor de la preocupación central del autor, sin embargo a diferencia de obras anteriores la atmósfera ocupa un lugar preponderante en la conformación de la lectura, los signos icónicos solo estarían señalando un camino pero el recorrido de este se lleva a cabo a través de las relaciones pictóricas. Es por ello que el signo plástico me parece resalta en la obra aquí descrita. El mensaje se estructura a través de los signos cromáticos, los signos de la forma que remiten a una atmósfera que difumina los límites de las figuras y hablan sobre la condición contemporánea de las relaciones sociales.
Los códigos duros son prácticamente inexistentes en la obra, si bien la referencia a la figura humana es clara, estas se interpretan a partir de las relaciones cromáticas, a su vez se relaciona con el cuerpo de trabajo del autor donde el plano sintáctico adquiere la mayor preponderancia. La obra se forma a partir de códigos blandos que, reiterando al análisis que se ha hecho de el cuadro, generan una lectura y una subsecuente interpretación a través de las relaciones establecidas entre los elementos propios de la práctica pictórica.
Finalmente pasaré a analizar las figuras trópicas presentes en la obra descrita. En primer lugar aun cuando las figuras que caminan son de distintas personas, existe un carácter de despersonalización que las vuelve casi homogéneas y por lo tanto el juego dinámico se logra a partir de la repetición de estos moldes con forma de humano, es decir, se utiliza (solo en la parte central) la aliteración. Con esta figura retórica se logra enfatizar la intercambiabilidad y en cierto sentido el tono desesperado de la obra, que percibe una especie de perversión en el acto de desconectarse del mundo para adentrarse en el circuito integrado y la red comunicativa que paradójicamente desvincula a quienes la integran, las figuras que se interponen entre sí , que se estorban, no se percatan de la presencia del OTRO, ese problema filosófico que había ocupado tantas páginas dentro del pensamiento occidental y podría quedar borrado por las dinámicas que la sociedad tecnocrática está definiendo y determinando como propias.
Se sirve a su vez de la elipsis ya que el entorno en el cual las figuras se deslazan no existe en la pintura, imaginamos que hay un soporte material que da cuerpo a quienes por ahí caminan pero este no se ve. El entorno tiene una presencia in absentia y es así como se entiende mejor la conexión a la red, no importa dónde te encuentres, con quién o cuándo, los canales de comunicación se convierten en la experiencia descorporeizada del individuo contemporáneo. La ausencia de ese espacio que implicaba una experiencia de primera mano hace las veces de metáfora de lo que implica la conexión digital. El espacio donde vivimos no ha cambiado, lo que cambió fue la manera de percibirlo, en ocasiones desaparece, ya no se encuentra en el radar de nuestros intereses y en la experiencia colectiva simbólica pareciera que tiende al olvido. La inmersión de las figuras en una masa informe de colores se entiende como salto metafórico que analiza la dinámica social de la experiencia tecnocrática.
A su vez todo el trabajo de Marco se sirve de la sinécdoque, ya que la figura humana siempre se encuentra fragmentada y toda una situación se reconstruye en el imaginario del espectador a través de las sugerencias hechas por el cuadro. Por otra parte la reiteración de la mirada al dispositivo electrónico y la clara incomunicación entre individuos podría leerse como un comentario entre apesadumbrado e irónico.

La obra de Marco invita a una reflexión que intente salir del lugar común, si bien a través de su trabajo se puede percibir una resistencia a la transformación casi inevitable que la tecnología provoca, esta obra resulta interesante porque deja más espacio para el criterio del espectador, invita no al juicio preconcebido sino a la inmersión en la atmosfera difusa de un cambio del que aun no sabemos cuáles serán sus consecuencias definitivas. Invita no a la opinión fácil, sino que dentro de la ambigüedad que provoca la baja intensidad del color y de las formas, intenta internarse en el espacio que analiza para verlo desde dentro. Es un intento todavía, pero a diferencia de las obras anteriores, aquí se está poniendo en juego la intención y el objetivo del artista. Si en obras anteriores trataba de hacer ver la  irracionalidad y la falta de lógica presente en las relaciones interpersonales actuales, en esta última obra se abre a hacer preguntas, no determina, sugiere una vía de exploración, se permite aunque sea solo un poco dejar a un lado los juicios y ver a través de la pintura.