Por Ranfis Suárez Ramos
“Me estoy disociando”
Oleo/lienzo
76 x 57 cms.
2022
Para dar cierre al presente semestre, analizaré, utilizando las distintas herramientas de análisis conceptual aprendidas durante el semestre, la obra “Me estoy disociando”, óleo sobre lienzo ejecutado por mi estimado compañero Abraham Vázquez.
Planos semióticos
Desde un punto de vista semiótico, considero que “Me estoy disociando”, es una representación pues funciona mayormente en el plano semántico. Este plano es bastante perceptible en la intención discursiva del autor pues se apropia de distintos signos del mundo significable –uso de códigos visuales tales como “formas, colores, materiales”– estrechamente conectados con la realidad visible. Cielo, nubes, rostros, ojos, bocas, mujer/hombre desnudos, elementos de la realidad objetiva que por convención se han convertido en símbolos para la sociedad. La pieza no deja de poseer también un ligero funcionamiento en el plano sintáctico. Aunque en dicho plano predominan las “connotaciones simbólicas más abstractas”, el tratamiento no tan realista mediante unas pinceladas más bien sueltas lo acercan al plano denotativo.
Enfoque conceptual
El acto de aprehender por parte del ser humano está estrechamente ligado a sus circunstancias, a los referentes de su entorno. Y el acto de imitar y copiar ese entorno se convierte en la manera más primaria de conocer la realidad, algo que la pintura, históricamente no ha obviado. Por tanto, conceptualmente, la pieza está enfocada mediante esos actos primarios, pues posee claramente una intención mimética y representacional.
El acto de aprehender por parte del ser humano está estrechamente ligado a sus circunstancias, a los referentes de su entorno. Y el acto de imitar y copiar ese entorno se convierte en la manera más primaria de conocer la realidad, algo que la pintura, históricamente no ha obviado. Por tanto, conceptualmente, la pieza está enfocada mediante esos actos primarios, pues posee claramente una intención mimética y representacional.
Desde el plano connotativo se percibe también cierto enfoque procesual. La separación del rostro en la figura central de la pieza –un ser humano con ciertas características andróginas– y su conversión en otra persona –todo ellos en una misma escena– le aporta cierto ambiente cronológico a la escena; hay cierta de periodicidad implícita, de paso del tiempo.
Códigos y signos pictóricos
La pintura dentro del arte en general –quiera o no el emisor/receptor– se comunica con su contexto. Esa comunicación es establecida a través de signos que forman planos significantes (expresión) o planos de significado (contenido); planos que establecen relaciones de comunicación a través de signos pictóricos o plásticos; signos que comunican a través de códigos duros y blandos; significados/ significantes con un mensaje débil o fuerte, fácil o difícil en su interpretación. La pintura analizada posee una presencia de los dos códigos. Al estar cargada mayoritariamente de unidades expresivas y de contenido –tales como el cielo y la figura humana– y estas reflejarse de forma clara y precisa es evidente que predomina en la obra los códigos duros en extremo. La representación de la figura central y su variedad de lecturas e interpretaciones reflejan una delimitación imprecisa de los signos por lo que la obra discursa también a través de un código blando en extremo.
La pintura dentro del arte en general –quiera o no el emisor/receptor– se comunica con su contexto. Esa comunicación es establecida a través de signos que forman planos significantes (expresión) o planos de significado (contenido); planos que establecen relaciones de comunicación a través de signos pictóricos o plásticos; signos que comunican a través de códigos duros y blandos; significados/ significantes con un mensaje débil o fuerte, fácil o difícil en su interpretación. La pintura analizada posee una presencia de los dos códigos. Al estar cargada mayoritariamente de unidades expresivas y de contenido –tales como el cielo y la figura humana– y estas reflejarse de forma clara y precisa es evidente que predomina en la obra los códigos duros en extremo. La representación de la figura central y su variedad de lecturas e interpretaciones reflejan una delimitación imprecisa de los signos por lo que la obra discursa también a través de un código blando en extremo.
Tropos
En los últimos cinco siglos la pintura y sus artistas más representativos han utilizado el lenguaje retórico para acrecentar y darle un mayor plus a sus discursos. Mediante este lenguaje, comunicado a través de los llamados tropos, los artistas han reemplazado imágenes que van “directo al grano” por otras con un lenguaje “menos literal”.
En el caso de la pieza analizada existe una evidente utilización por parte del autor de dos tropos la metáfora y la alegoría. “Me estoy disociando” es una obra surrealista que discursa, mediante estas figuras retóricas, sobre la compleja naturaleza del ser humano indicando, al menos, dos estados de ánimo y de existencia. La presentación de estos tropos está servido mediante otro elemento retórico: la repetición. El autor clona, duplica el rostro de la figura femenina protagonista de la escena con un evidente interés en enfatizar el que considero es el concepto central reflejado en la obra: la bipolaridad. Concepto que es más que una enfermedad o trastorno mental descrito por la sicología y la siquiatría y que está estrechamente relacionado con la disociación, otro trastorno mental que implica una desconexión entre la mente de una persona y la realidad del momento presente, realidad que según los sicólogos “puede ser externa a la mente, con respecto al mundo que nos rodea; o interna, y entonces la persona se desconecta de su propia actividad mental.” En esta misma cuerda sicológica, el recurso de repetición se sumaría a otro tropo: el énfasis, reflejado este con la utilización del color azul, color que acentúa la bipolaridad al introducir otro trastorno mental secundario: la depresión, trastorno y crisis existencial enfatizada mediante las tonalidades grises presentes en el cielo y en la parte inferior de los rostros.
La oreja de la muchacha tiene un tamaño ligeramente mayor, está lista para la escucha. Aquí podríamos ver otro tropo: la hipérbole. Figura retórica emparejada con otras dos: la perífrasis o circunloquio y la interpenetración adherente pues la imagen presenta una entidad indecisa, posee significados con rasgos de dos (o varios) tipos distintos. ¿Qué busca el autor con este colorido derrotista, lánguido y triste? ¿Sólo explorar el subconsciente del hombre, su compleja naturaleza o esconden estos recursos retóricos un llamado a notar una bisexualidad no declarada del personaje? Otra muestra de ello es un detalle formal que lo evidencia: el rostro duplicado tiene ciertos rasgos masculinos y ese lado no muestra la oreja. ¿No escucha su lado masculino o no tiene necesidad de escuchar? ¿Esa solitaria oreja en el lado más “femenino” de la figura humana habla de relaciones de poder implícitas en una relación de pareja donde quizás predomine el modelo patriarcal?
Diciembre 2022
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