martes, 23 de junio de 2009

LUIS ANTONIO LUVIANO FLORES

Una consideración espacial más (va en la 5)
por José Luis Rangel Luévano


Nota aclaratoria: el presente texto esta realizado desde los conceptos fundamentales que se revisaron durante el semestre en el taller de experimentación plástica 4 (orientación pintura) el cual tenía como objetivo dar bases para el acercamiento a una obra artística desde la hermenéutica. El presente texto no es exhaustivo, sino implica una síntesis de los acercamientos fundamentales que Antonio viene manejando durante su maestría. Considero que tiene piezas de carácter más polisémico que esta y aunque tiene piezas que podrían ser desarrolladas como el libro “El taller de esculturas Barceló” de Francisco Calvo Serraller este no es el caso. Con lo anterior quiero indicar que su pieza y mi encuentro hermenéutico con la misma se realiza desde un contexto .



Considerar una imagen desde su espacialidad en un espacio bidimensional, requiere de un análisis profundo de la perspectiva occidental, que se consigue a través de la comprensión de la geometría descriptiva donde los puntos de fuga confluyen. Este ordenamiento formal lo encontramos de manera cotidiana tanto en imágenes fijas, cómo en imágenes en movimiento, es la forma más fácil de acercarnos a la imitación de la realidad. Con Antonio Luviano nos ocurre algo curioso, su código de acceso es la espacialidad, pero no cualquier espacialidad, sino aquella conformada en el campo de la ilusión, descentrando la direccionalidad hacia un objeto para confluir en direcciones que no obedecen a lo que cotidianamente observamos, las sombras nos atrapan en un entorno de ensoñaciones donde los objetos, al parecer, están iluminados por distintos reflectores valiéndose, el autor, de artificios escénicos que confunden al espectador en la búsqueda narrativa de una historia por contar.
Los objetos están puestos, junto con sus colores, de manera contenida, porque aunque hay diferentes fugas, los elementos se contienen en el rectángulo y no explotan visualmente fuera de él cómo ocurriría con el cubismo. El contraste es un elemento recurrente en Luviano, diríamos que nos encontramos en un punto de vista estético, pero ojo, si nos localizáramos en este punto sólo lo contemplaríamos, no escribiríamos sobre él, no teorizaríamos. Estaríamos en el placer estético kantiano, cabe señalar por tanto la dominación ontológica a la que está sometido el hombre, y está es al lenguaje, a la que no puede renunciar por el sólo hecho de ser hombre.
Un espectador común y corriente, que no entiende el funcionamiento de la obra lo podríamos colocar en una experiencia estética, pero en mi caso tengo una experiencia teórica, porque estoy intentando en describir su funcionamiento y por otra, práctica porque quiero aprobar el taller de experimentación plástica 4. Por lo que podemos decir que mi posicionamiento es parcial e interesado, lo más alejado a la idea de belleza kantiana.
En cuanto a la respuesta del espectador podríamos situar la pieza en una mezcla entre lo estético y lo teórico, sin olvidar la praxis que antes mencioné, estético en el sentido en que formalmente es una pieza constituida para ser contemplada, vista, pero teórica por las inumerables citas en imágenes que hace a la historia del arte, los referentes marcados al tratamiento del interior de una habitación y al mismo Gauguin. Una pieza sumamente ecléctica conjugada y contenida a manera de collage nos da un acercamiento a una intencionalidad consciente explícita, donde el autor recrea diversos elementos que están racionalmente elegidos y manipulados a fin de clarificar un ordenamiento espacial.
Sin lugar a dudas Antonio tiene el trabajo de un autor ideal, aquel que, aún con las prisas puede razonar su pieza al unísono con la intencionalidad que pretende manejar: distribuir elementos en el espacio.


José Luis Rangel Luévano


Obra de Luis Antonio Luviano realizada a lo largo del 4°semestre de la maestría.
























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