Por Gabriel
Martín Carrillo de Icaza
El trabajo pictórico de Marisa Parga parte de
un conjunto de intereses plásticos que se intersectan en un punto común,
situado en la tradición del género del retrato, desde donde plantea imágenes
deliberadamente ambiguas con marcadas cargas emotivas.
El presente análisis parte de la pieza
titulada “construcción en base a oleaje”,
que conjuga todos los aspectos representativos presentes en su cuerpo de obra,
y deja ver algunas particularidades que no habían sido mostradas en trabajos
anteriores, haciendo de su lectura un ejercicio mas amplio y abierto.
Comenzando con los planos semióticos, a
nivel semántico la obra claramente nos deja ver al centro de la pieza un
desnudo femenino fragmentado desde el inicio del torso hasta ¾ partes de la
cabeza, truncando la figura a la altura del cabello. La figura humana, de
postura encorvada y actitud ensimismada, se muestra casi por completo de
perfil, dirigiendo su mirada hacia el extremo inferior derecho del cuadro.
Junto al rostro del personaje se proyecta
una sutil sombra que no se continúa con el resto del cuerpo, generando una
extañeza que se refuerza en el hecho de que apunta en una dirección ligeramente
distinta a la del personaje. En la zona inferior del cuadro muestra que parte
del cuerpo de la figura se encuentra sumergido en una superficie acuática, que
en relación al título alude a lo marítimo.
En cuanto al aspecto sintáctico, el cuadro
conformado en su mayor parte por múltiples pinceladas fragmentadas de color
sólido nos plantea una paleta de predominantes tonalidades frías, donde la
alusión al color local de la piel en tonos tierras, rosáceos y amarillentos en
el cuerpo de la figura es claramente reducida en extensión y se traslapa con
los grises y azules del fondo, haciendo que estos se integren e incluso en
algunos puntos se fundan generando una ambigüedad espacial característica en su
obra.
La pieza se compone por
rítmicas manchas semipastosas, de diversas dimensiones, delimitadas por
consistentes contornos que conforman la figura central, y por el obscuro plano
inferior que a partir de la transparencia la incorpora, filtrando los
mencionados colores cálidos del cuerpo con los predominantes azules de la
atmósfera.
El
cuadro no asume un carácter mimético en cuanto a los motivos que
representa, pues ninguno de sus aspectos esta basado en la imitación de la
realidad, de modo que la relación que podemos establecer entre la
representación que encontramos en el cuadro y sus formas reconocibles están
dados a partir de la idea de sustitución, es decir que a partir de ciertas
convenciones iconográficas podemos reconocer en la disposición de pinceladas y
contornos un cuerpo o en la disposición de un plano transparente agua sin que
estos tengan que reproducir fielmente sus características como textura,
volumen, luminosidad, reflejos, etc.
Uno de los aspectos que mas se resaltan en
la pieza es el de la expresión, donde la imagen muestra un énfasis en el
carácter personal de la autora, cobrando protagonismo en el cuadro a partir de
una sucesión de decisiones propias del ámbito subjetivo.
En este sentido, la elección de la paleta,
la disposición de las pinceladas, la expresión en el rostro y la postura de la
figura, la atmosfera que la rodea, y la carga simbólica que conlleva
representar al sujeto principal en un ambiente acuático, dotan a la imagen de
una carga emotiva claramente reconocible, asociada a actitudes como la nostalgia,
la introspección, la contemplación o la reflexión.
Haciendo revisión de los aspectos
significantes de la pieza, podemos situarla perfectamente dentro de la
categoría de los códigos blandos, dada la ambigüedad con que los signos se
articulan en la imagen, dando como resultado una amplia posibilidad de interpretaciones
y lecturas poco precisas.
Por otro lado a pesar de la fuerte presencia
de formas reconocibles en la pieza, la relación esta establece entre los signos
icónicos y los signos plásticos que conforman la imagen, se inclina a enfatizar
las características de la segunda
categoría, dando un mayor protagonismo a las cualidades expresivas del color,
la mancha, la textura o la pincelada, que a la figura o el contexto en el que
se encuentra situada, las cuales tienen un carácter mucho menos enunciativo y
arrojan poca información para poder comprenderlas a un nivel narrativo.
En lo concerniente a la relación que puedo
establecer entre la obra y los diferentes recursos lingüísticos o tropos a
partir de los que se activa su sentido discursivo, puedo reconocer claramente los
que enlisto a continuación:
- Repetición continuada ilimitada, planteada en el cuadro a partir de la constante incidencia de
pinceladas fragmentadas como componente constitutivo de la imagen y como
detonante a nivel textural.
- Interpenetración adherente,
a través de la interrelación
establecida entre la figura principal y el fondo, donde se generan ciertas
unificaciones de ambos elementos, emparejándolos sin hacerlos perder sus
propiedades individuales.
- Elipsis, referida a partir de la supresión de fragmentos
en la representación de la figura que la homologan con partes del fondo, aunada
a la cancelación del espacio en que se encuentra la figura, reemplazado por una
atmosfera abstracta.
- Sinecdoque, a través del recurso del fragmento, puesto que con solo representar un segmento o parte del personaje principal, se nos hace referencia a la totalidad de la figura y no a un torso separado del resto del cuerpo.
- Metáfora plástica, utilizando la sustitución a nivel plástico de una paleta de color en representación de una emoción o un estado sicológico adjudicado al personaje principal.
- Sinecdoque, a través del recurso del fragmento, puesto que con solo representar un segmento o parte del personaje principal, se nos hace referencia a la totalidad de la figura y no a un torso separado del resto del cuerpo.
- Metáfora plástica, utilizando la sustitución a nivel plástico de una paleta de color en representación de una emoción o un estado sicológico adjudicado al personaje principal.
- Perifrasis, al aludir a determinados estados emocionales, partiendo
de asociaciones de índole plástico o
icónico, sin hacer referencia directa al asunto en torno al cual gira la obra.
- Hipérbole, dada en relación al exceso expresivo, a
partir de la reiteración de signos plásticos como la mancha, la textura o el
color para enfatizar un carácter subjetivo al que se quiere hacer clara referencia.
Finalmente podemos inferir que la obra de
Marisa se encuentra en un continuo dialogo entre la representación de
personajes anónimos de actitudes ensimismadas, suspendidos en situaciones poco
elocuentes y espacios nulificados, donde los elementos altamente enunciativos son
de orden plástico, pues no es sino a través de la marcada paleta de color y la
enfática presencia de la pincelada fragmentada que las figuras pierden
neutralidad y consiguen aludir a estados anímicos específicos a través de los
cuales se pueden llegar a establecer
relaciones subjetivas de identificación con el espectador.
Fuentes
consultadas:
-ACHA, Juan.
“Crítica del Arte”, Trillas, México, 1992.
- BELL, Julian. ¿Qué es la pintura?. Galaxia Gutenberg, España, 2001.
- CARRERE Alberto, José Sáborit, "Retórica de la Pintura", Cátedra, España. 2000.
- BELL, Julian. ¿Qué es la pintura?. Galaxia Gutenberg, España, 2001.
- CARRERE Alberto, José Sáborit, "Retórica de la Pintura", Cátedra, España. 2000.