Por
CINTHYA ALEJANDRA AHUMADA SOTO
Al momento de tratar de hablar del trabajo pictórico de algún pintor, surgen algunas cuestiones, las cuales como productores de arte nos hacen reflexionar sobre la obra del mismo y sobre nuestra propia obra, en esta ocasión buscaré hablar de la obra de Gabriel Carrillo de Icaza, de sus procesos, reflexiones, y resultados, al igual que analizar su propuesta pictórica a partir de ciertos textos y sesiones de taller donde se ha hablado de dicha obra.
Remitiéndonos a la forma en que Juan Acha en su libro “Crítica del Arte” divide en 3 planos semióticos el criterio comunicativo, podemos encontrar una lectura clara en la obra de Gabriel, la cual está constituida por una secuencia de pinturas conforme su proceso va avanzando, se pueden ver los 3 planos, el plano semántico como cuestionamiento del paisaje está presente, ya que son pinturas o imágenes generadas con un aparato a través de un software donde se crean líneas horizontales que remiten al género del paisaje, donde se puede diferenciar una representación de montañas llevándolas a la deformación por medio del mal funcionamiento de la imagen digital dañada llamado “Glitch” que como consecuencia al momento de agregarle una cedula, se direcciona más hacia el plano pragmático que sintáctico.
Al momento de ver la obra completa conformada por todos los módulos, la problematización de la imagen cambia, ya que parte de una imagen normal que es descompuesta y recompuesta por medio de recursos digitales, viendo así un paisaje observado a través de una pantalla, donde fue desconfigurado por medio de una computadora y termina siendo contextualizado con todo un proceso creativo resultando una imagen que se desprende de la percepción de la pantalla.
La imagen creada contiene cierto impacto en cuanto a la manera en como se construye, más allá de hurgar en su proceso de configuración, se pude ver que es una imagen que se hizo con pincel y que va más allá de procesos de prefiguración, configuración y conceptualización en la cual se denota en su obra una construcción de la imagen con un detalle obsesivo y un ensimismamiento indudable.
Parecería meterse de lleno a un plano semántico sin que esté dada la iconografía, revelándose un proceso creativo obsesivo el cual, puede estar interpretado con la precisión, asociándolo más hacia los procesos obsesivos en la manera en como se enfrenta a la superficie pictórica y en como construye la imagen manifestándose en los cuadros que se direccionan hacia los formatos pequeños, pero al parecer lo semántico esta mas delineado, ya que va mas allá del paisaje, hay una claridad visual en como está construida la imagen, hay un color controlado, una clara intensión visual, que como resultado nos da una imagen definitiva.
Los procesos de construcción de la imagen en el trabajo de Gabriel van muy de la mano de su personalidad, no puede ser visto de manera aislada ya que se puede correr el riesgo en el sentido de que la obra podría ser alterada y podría recaer en una obra simplemente agradable y armónica visualmente, al igual que muy condescendiente con el espectador, puesto que el contenido de colores, contrastes y temperaturas, terminan siendo atractivos a la vista del espectador quien lo podría consumir de manera accesible.
Hay un planteamiento sintáctico claro y que se puede explicar, se ven las líneas rectas horizontales, los colores saturados, la geometría fragmentada, los contrastes fuertes, la repetición y el ritmo, si hay una problematización, en cuanto a como construye la imagen a partir de una horizontalidad de tintas planas y de cómo logra profundidad por medio de una cromática inversa.
Puede parecer que su proceso creativo tenga mayor peso, en cuanto a la configuración artística, la pintura es lo que importa y la que tiene diferentes direcciones, en este caso, surge la duda en ¿Cómo puede contextualizarse la obra ya que el proceso es de suma importancia?
Ahora remitiéndonos al libro ¿Qué es la pintura? De Julian Bell, la mímesis puede parecer no darse, debido al contacto que se tiene con la realidad a través de elementos intermedios, en este caso la computadora, que es la que capta esa realidad, esa mímesis implícita como entendimiento directo de los sentidos con la realidad se ve alterada, distorsionada y deja de ser mímesis convirtiéndose en una representación, apropiándose de la imagen, si consideramos en su obra que la imagen es capturada del monitor, la realidad viene del monitor, entonces se podría hablar de una mimesis, ya que se está jugando con el sentido de realidad que fue captada por medio de una superficie y procesada a otro nivel de realidad donde dichos procesos se vuelven un juego en el que ese algo está alterado por medio de un software, y eso distorsionado es el resultado en la pantalla, lo que hace preguntarnos ¿Qué tan importante es dicho proceso al momento en el que el espectador se enfrenta al objeto y no al proceso conocido?
La expresión estaría en la selección de la gama cromática desde la pantalla, que al final el color se vuelve independiente de cómo se aplique, la gama cromática representa ese elemento expresivo y si fue construida por el monitor, se puede hablar de una construcción de cualidades expresivas desde el software, ya que ahí se encuentra la sensibilidad del pintor para escoger la paleta y el aprovechamiento viniendo desde un color luz, que nos demuestran la importancia del plano expresivo en la obra, debido a que se puede resaltar un enfoque claro del pintor en como crear la imagen y trasladarla al pigmento, la expresividad también se pude ver contenida en dimensiones de formato pequeño que obligan al espectador a acercarse, dándonos así una propuesta en el sentido de lo pictórico.
En cuanto a los códigos en la serie de pinturas de Gabriel, se pensaría que está contenido en lo absoluto un código blando, ya que viendo por completo la serie de módulos nos puede llevar dar a un discurso mas complejo detonando cuestiones pictóricas mas intrincadas que podría ser todo lo contrario, si solo viéramos una obra en especifico.
Al analizar los tipos de signos existentes en la serie, se puede ver contenido un código mas plástico que icónico, debido a la paleta de colores que nos propone, pero si nos fijamos bien en los recursos, en cuanto a la construcción de la imagen, sobresale el código icónico, tan pronto como la carga del significado se detecta en la descomposición de la imagen sobresaliendo esa línea horizontal desconfigurada.
Existe una clasificación de tropos que podemos encontrar en el libro “Retórica de la pintura” de Alberto Carrere y José Saborit, la cual nos puede servir como herramienta para encontrar ciertas características en los discursos pictóricos, como primera instancia podemos encontrar presente: la repetición continuada en la obra pictórica de Gabriel, dado que a nivel de módulos, se puede ver la acumulación de rayas, pequeños cuadrados, etc. que por los mismos, podemos encontrar una interpenetración a causa de las líneas y puntos que nos remiten a un paisaje aunque no sea de manera directa, específicamente hay una interpenetración adherente por los planos superpuestos al paisaje.
Hay una variación espacio temporal desde el punto de vista en el que la imagen se retoma de un monitor haciéndonos pensar en el tiempo. A nivel icónico no hay una diferenciación clara por lo que no se puede focalizar, una elipsis por el resultado de la imagen distorsionada, cancelando elementos visible y claros, una sinécdoque al remitirnos al paisaje, una ironía planteando diferentes contrarios, una paradoja en la manera en como distorsiona la realidad por medio de la pintura, y así podemos encontrar diferentes cualidades en esta serie de módulos presentados por Gabriel, que no nos dejan, si no una incertidumbre que no se acaba de cuajar al momento de querer analizar su pintura en donde se piensa que todo está dicho pero que siguen siendo inacabables las posibilidades de indagación en su obra. Existe una intención de autor evidente ya que es muy diferente lo que uno pretende a lo que uno logra, y la obra de Gabriel logra varias cosas interesantes.