miércoles, 10 de enero de 2018

Sobre la obra de Itzayana Monroy


Por Rodrigo Ayala



Autor: Itzayana Yoalli Monroy Diaz.
Técnica: Mixta/tela y madera.
Medidas: 60 x 60 cm.
Fecha: 2017.

Acostumbrados ya a la investigación actual de Itzayana Monroy encontramos en el cuadro Granate que la dinámica compositiva parte de una clara dicotomía o hibridaje entre abstracción y representación, en el plano semántico encontramos como tema una fruta, una granada con una acusada y sutil descripción de su morfología orgánica con la rica y contrastante riqueza de su temperatura cromática que armoniza con un fondo fragmentado y geometrizado. Nos encontramos frente a una imagen que alude tangencial y lúdicamente al género del bodegón o naturaleza muerta con una exaltación geométrica y cromática en el fondo. Dos imágenes superpuestas, empalmadas, fragmentadas y fundidas que aluden a un objeto real y a un espacio mental o teórico de la pintura. La pieza Granate revela un plano sintáctico extendido ya que es en la elección de las facturas, el soporte, el formato en donde encontramos el lenguaje y la fortaleza estilística del proceso. Una composición plásticamente dinámica sobre un formato cuadrado tratando de compensar el fenómeno concéntrico perceptual que genera de forma natural ese trapezoide regular con una técnica fría en la proyección de los planos cromáticos al fondo, rigurosa y mesurada en la proyección dibujística y representación de la fruta, desmesurada en la ejecución gestual de algunas zonas aludiendo a la conformación y pesos naturales de las sombras. Una paleta con un contraste cromático suave y blando para acentuar las cualidades del proceso desde la descripción tonal y volumétrica en la proyección del dibujo hasta el despliegue gradual, traslape y superposición geométrica de los planos. Los pliegues, ritmos y formas de los planos compositivos buscan ligarse estructural y geométricamente a la temperatura cromática de la fruta y a la lógica dura y blanda del grafito que la describe.
El cuadro Granate parte de un concepto de representación ya que es una sutil síntesis dibujística o clara sustitución de lo real. La expresión es una de las prioridades, un juego de estructuras y efectos de lo real que a través de entender el espacio como un campo cromático y lumínico busca desplegar, desmotar y exponer el “fenómeno” o el “efecto emergente” de lo real y lo visible. Es en la concepción del proceso en donde se observa claramente lo vertido anteriormente, una búsqueda por “desmantelar selectivamente” el espacio y el objeto a través de una repetición rítmica, rotación y fragmentación para transformar el espacio y la forma conocida en una configuración inédita o en una suma de momentos como observamos en la fragmentación de la fruta y en la repetición armónica de los planos. Frente a la dicotomía de “proceso y gesto contra forma y producto” se busca mantener algunos datos de lo real, que sean reconocibles y que puedan generar empatía o identificación contrapuestos a la distancia y extrañamiento de los planos geométricos suspendidos. La sintaxis del juego técnico en Granate, tanto el trabajo cromático y lumínico busca conservar en su carácter semántico un valor tangible, desplegar un fenómeno visual complejo, fragmentado y diverso, expresivo y gestual pero ligeramente inteligible, identificable y posible.

El cuadro Granate responde a una representación ilusionista de género en el que los grados de segmentación y estabilidad de los planos de expresión y contenido oscilan entre un código blando y duro, aludiendo a la proyección gráfica y retiniana de un objeto conocido pero con una delimitación imprecisa de las unidades de contenido y expresión en el espacio da a lugar a una severa inestable y vaga correlación que genera altos niveles de polisemia y ambigüedad, asociaciones provisionales e inestables entre los signos (gesto, registro, improntas) planos y formas que no obstante terminan instituyendo entre lo blando y lo duro un código individual y sosteniendo una dimensión icónica conocida y estable. Granate asimismo se desenvuelve libremente desde una ratio difficilis en una dimensión sémica con una galaxia textual dibujística y lumínica con algunas nebulosas de contenido, pero la referencialidad figurativa del objeto no impide la expresividad abstracta, los signos icónicos conviven plenamente con los signos plásticos. Tanto en el diseño del mapa espacial como en las estrategias pictóricas y plásticas elegidas observamos que tanto en el código duro preciso y puntual de la fruta como en las energías lineales ortogonales que describen los planos cromáticos del fondo y el espacio al frente a los signos pictóricos no les basta con ser únicamente signos pictóricos de peso y volumen son y funcionan como mediadores de contenido y generadores de expresión. Presentación y construcción son los ejes rectores de Granate, simultaneidad en las formas de mirar, indeterminación, referencialidad figurativa y arreferencialidad formalista con signos icónicos y signos plásticos en armonía. El cuadro Granate utiliza un tipo de retórica de repetición continuada algunas veces hiperbolizada para generar una aliteración lumínica o cromática y sentar las bases de una composición rítmica armónica o aliteración visual pausada. Se recurre a la estrategia de elipsis icónica y plástica ya que más allá del siluetaje y viñetaje se genera en el espacio un vacío que el espectador debe rellenar o reconstruir mentalmente a partir de la magnitud de lo ausente y conocido lo cual posiblemente está dirigido a favorecer su voluntad de proyección, deseo y reconstrucción. Existe una interrupción del pensamiento o de una cadena de pensamientos en la que al delimitar y resolver rigurosamente con una proyección dibujística sobre la zona izquierda de la isotopía semántica a través de algunos ideolectos se genera un contraste compositivo y compensación con el vacío del lado derecho del fondo del cuadro. Observamos que la pintora recurre a la transformación o a la hipercodificación estilística icónica al hacer convivir tres o más tratamientos pictóricos en la imagen aunado a la aliteración de la regularidad plástica. Los signos plásticos de Granate remiten a su causa, ya sea al movimiento, gesto o acción del lápiz o pincel que activa y delinea, el uso de la sinécdoque plástica en lo icónico está presente ya que prevalece un gusto por la reducción de los elementos que componen y perfilan tanto en la configuración del espacio como en la presentación del elemento que lo habita y articula buscando dejar una o varias huellas de una operación mental, textura y color, pero no matiz o agotadora descripción. Así mismo prevalece la metáfora plástica en donde se concibe al cuadro como contenedor de sabores, sensaciones y emociones y la metonimia está presente con cierta ironía o paradoja al observar que tan solo la presencia de color en la granada basta para sustituir, desplazar y abrir el umbral de un bodegón y sinecdoquiticamente sustituir el fenómeno de la visión y así generar una cálida experiencia cromática. Granate es en esencia una perífrasis que busca dejar un problema abierto y no una solución cerrada al girar y genera un ambiente de catacresis o indeterminado al hacer diversos rodeos sobre la lógica del bodegón y sus características específicas no buscando embellecer u ornamentar sino para evitar nombrar claramente. Por último, cabe mencionar que en esta alegoría de la granada la lógica constructiva del fondo al contrastar, pero delimitar la contundente naturaleza orgánica al frente genera una cierta antonomasia de estilo y activa una simpática parodia de género o deliberada antífrasis estilística.