Por Rodrigo Ayala
Autor: Itzayana
Yoalli Monroy Diaz.
Técnica:
Mixta/tela y madera.
Medidas: 60 x 60
cm.
Fecha: 2017.
Acostumbrados ya a la investigación actual de Itzayana
Monroy encontramos en el cuadro Granate
que la dinámica compositiva parte de una clara dicotomía o hibridaje entre
abstracción y representación, en el plano semántico
encontramos como tema una fruta, una granada con una acusada y sutil descripción
de su morfología orgánica con la rica y contrastante riqueza de su temperatura
cromática que armoniza con un fondo fragmentado y geometrizado. Nos encontramos
frente a una imagen que alude tangencial y lúdicamente al género del bodegón o
naturaleza muerta con una exaltación geométrica y cromática en el fondo. Dos
imágenes superpuestas, empalmadas, fragmentadas y fundidas que aluden a un objeto
real y a un espacio mental o teórico de la pintura. La pieza Granate
revela un plano sintáctico extendido ya que es en la elección de las facturas,
el soporte, el formato en donde encontramos el lenguaje y la fortaleza
estilística del proceso. Una composición plásticamente dinámica sobre un
formato cuadrado tratando de compensar el fenómeno concéntrico perceptual que
genera de forma natural ese trapezoide regular con una técnica fría en la
proyección de los planos cromáticos al fondo, rigurosa y mesurada en la
proyección dibujística y representación de la fruta, desmesurada en la
ejecución gestual de algunas zonas aludiendo a la conformación y pesos naturales
de las sombras. Una paleta con un contraste cromático suave y blando para
acentuar las cualidades del proceso desde la descripción tonal y volumétrica en
la proyección del dibujo hasta el despliegue gradual, traslape y superposición geométrica
de los planos. Los pliegues, ritmos y formas de los planos compositivos buscan
ligarse estructural y geométricamente a la temperatura cromática de la fruta y
a la lógica dura y blanda del grafito que la describe.
El cuadro Granate parte de un concepto de
representación ya que es una sutil síntesis dibujística o clara sustitución de
lo real. La expresión es una de las prioridades, un juego de estructuras y
efectos de lo real que a través de entender el espacio como un campo cromático
y lumínico busca desplegar, desmotar y exponer el “fenómeno” o el “efecto
emergente” de lo real y lo visible. Es en la concepción del proceso en donde se
observa claramente lo vertido anteriormente, una búsqueda por “desmantelar
selectivamente” el espacio y el objeto a través de una repetición rítmica,
rotación y fragmentación para transformar el espacio y la forma conocida en una
configuración inédita o en una suma de momentos como observamos en la
fragmentación de la fruta y en la repetición armónica de los planos. Frente a
la dicotomía de “proceso y gesto contra forma y producto” se busca mantener algunos
datos de lo real, que sean reconocibles y que puedan generar empatía o
identificación contrapuestos a la distancia y extrañamiento de los planos
geométricos suspendidos. La sintaxis del juego técnico en Granate, tanto el trabajo
cromático y lumínico busca conservar en su carácter semántico un valor
tangible, desplegar un fenómeno visual complejo, fragmentado y diverso,
expresivo y gestual pero ligeramente inteligible, identificable y posible.
El cuadro Granate responde a una
representación ilusionista de género en el que los grados de segmentación y
estabilidad de los planos de expresión y contenido oscilan entre un código
blando y duro, aludiendo a la proyección gráfica y retiniana de un objeto
conocido pero con una delimitación imprecisa de las unidades de contenido y
expresión en el espacio da a lugar a una severa inestable y vaga correlación
que genera altos niveles de polisemia y ambigüedad, asociaciones provisionales
e inestables entre los signos (gesto, registro, improntas) planos y formas que
no obstante terminan instituyendo entre lo blando y lo duro un código
individual y sosteniendo una dimensión icónica conocida y estable. Granate
asimismo se desenvuelve libremente desde una ratio difficilis en una dimensión
sémica con una galaxia textual dibujística y lumínica con algunas nebulosas de
contenido, pero la referencialidad figurativa del objeto no impide la
expresividad abstracta, los signos icónicos conviven plenamente con los signos
plásticos. Tanto en el diseño del mapa espacial como en las estrategias
pictóricas y plásticas elegidas observamos que tanto en el código duro preciso
y puntual de la fruta como en las energías lineales ortogonales que describen los
planos cromáticos del fondo y el espacio al frente a los signos pictóricos no
les basta con ser únicamente signos pictóricos de peso y volumen son y
funcionan como mediadores de contenido y generadores de expresión. Presentación
y construcción son los ejes rectores de Granate, simultaneidad en las formas
de mirar, indeterminación, referencialidad figurativa y arreferencialidad
formalista con signos icónicos y signos plásticos en armonía. El cuadro Granate
utiliza un tipo de retórica de repetición continuada algunas veces
hiperbolizada para generar una aliteración lumínica o cromática y sentar las
bases de una composición rítmica armónica o aliteración visual pausada. Se recurre
a la estrategia de elipsis icónica y plástica ya que más allá del siluetaje y
viñetaje se genera en el espacio un vacío que el espectador debe rellenar o
reconstruir mentalmente a partir de la magnitud de lo ausente y conocido lo
cual posiblemente está dirigido a favorecer su voluntad de proyección, deseo y
reconstrucción. Existe una interrupción del pensamiento o de una cadena de
pensamientos en la que al delimitar y resolver rigurosamente con una proyección
dibujística sobre la zona izquierda de la isotopía semántica a través de algunos
ideolectos se genera un contraste compositivo y compensación con el vacío del
lado derecho del fondo del cuadro. Observamos que la pintora recurre a la
transformación o a la hipercodificación estilística icónica al hacer convivir tres
o más tratamientos pictóricos en la imagen aunado a la aliteración de la
regularidad plástica. Los signos plásticos de Granate remiten a su
causa, ya sea al movimiento, gesto o acción del lápiz o pincel que activa y
delinea, el uso de la sinécdoque plástica en lo icónico está presente ya que
prevalece un gusto por la reducción de los elementos que componen y perfilan tanto
en la configuración del espacio como en la presentación del elemento que lo
habita y articula buscando dejar una o varias huellas de una operación mental,
textura y color, pero no matiz o agotadora descripción. Así mismo prevalece la
metáfora plástica en donde se concibe al cuadro como contenedor de sabores, sensaciones
y emociones y la metonimia está presente con cierta ironía o paradoja al
observar que tan solo la presencia de color en la granada basta para sustituir,
desplazar y abrir el umbral de un bodegón y sinecdoquiticamente sustituir el
fenómeno de la visión y así generar una cálida experiencia cromática. Granate
es en esencia una perífrasis que busca dejar un problema abierto y no una
solución cerrada al girar y genera un ambiente de catacresis o indeterminado al
hacer diversos rodeos sobre la lógica del bodegón y sus características
específicas no buscando embellecer u ornamentar sino para evitar nombrar
claramente. Por último, cabe mencionar que en esta alegoría de la granada la
lógica constructiva del fondo al contrastar, pero delimitar la contundente
naturaleza orgánica al frente genera una cierta antonomasia de estilo y activa
una simpática parodia de género o deliberada antífrasis estilística.