miércoles, 9 de enero de 2013

Análisis de la obra de Miriam Puente


Por Aarón Elnecave Calderón



“Cada pintor, y cada pintura, encuentra su propio camino hacia adelante, y los alquimistas también inventaban palabras y métodos mientras avanzaban. Solo los (métodos) básicos permanecían: Fijación, el secado de la pintura; Destilación, el cambio mágico de pintura a forma representada; Sublimación, el invisible y caliente agente del cambio repentino; Circulación, el reciclado hermético de materiales e ideas; Digestión, el lento vaivén que lleva a la claridad; Ceración, el humedecer de los materiales duros y la Precipitación, la sorpresiva resolución de las posibilidades liquidas.”  James Elkins, What Painting is, pg. 145

Me parece que la obra de Miriam se relaciona con el libro de Jaime Elkins, What Painting is, (¿Lo que es pintar ó Lo que es la pintura?) porque en primera instancia la artista misma lo presenta como científico; ella tiene interés en la neurofisiología y las ciencias, pero también en la cultura china y la caligrafía, mi punto siendo que es una simbiosis liberada dentro de la artista misma. Pero encasillar dentro de una temática científica no es completamente cierto, ni justo, pues la pintura se mueve en un plano plástico concreto y mantiene una estructura abierta a diversas interpretaciones, desde diversas disciplinas.
De esta forma, me da la impresión, a través de conversaciones con la artista, de que quiere examinar el valor subjetivo que tanto le hace falta a los científicos en muchos casos o dicho de otra forma: como evidencia de la plusvalía de la percepción subjetiva; Y esta postura es similar a la de Jaime Elkins, pues él toma la alquimia como este terreno medio, que era místico y materialista. Donde se trata la materia como algo empírico y racional pero que tras quemarla, aplastarla, destilarla, excretarla, y eyacularla da lugar al espíritu de la substancia. No digo que Miriam busque el espíritu, pero si podría decir que busca que la pintura sea por y de sí misma. Por lo tanto, es una consideración por la información y el contexto y uso de los conocimientos que tarde o temprano da lugar a signos plásticos, una hipótesis que se transmuta en técnica. Una libertad que Elkins llamaría indispensable para todo proceso creativo, tanto para el pintor como el científico.
Varias veces me encontraba a Miriam por las mañanas sentada frente a la obra. El café parece durarle horas, o no le importa tomarlo frio. Otras veces trabajando con guantes blancos preparando los pigmentos para en otros momentos poder pintar. Un proceso por partes muy marcadas que, diría Elkins, permite la digestión de la información a veces, y otras concentrarse en la destilación de las ideas en pintura. Además que el tiempo de fijación es de días, casi una semana por capa (o más). Así que la espera entre sesión y sesión esta fuera de ella, es la materia que decide, clave viscosa de la textura, que tarda lo que tarda en secar. La relación entre el proceso, la información y la plástica  son su mayor acierto. Expresado de otra manera, el sobre pasar las condiciones cotidianas, ligadas al tiempo y responsabilidades, la sobre información y mantener un proceso estricto que le permite crear una gran variedad de experimentación plástica dentro de una sencilla hipótesis.
Es el esperar para volver a aprovechar de las condiciones planificadas para crear una epigenesis entre la acción de pintar, la materia (esparcida y vista volverse de liquido-plasma a solido) y todo el potencial de la información. Me parece que Miriam, así como el método científico, aprecia que lo único o el mayor grado de error, proviene del artista (o el científico investigador). De sus propios límites, tedios, mediocridad, vulgaridad, etc. Lo cual aplica (o implica) una paciencia para experimentar, descartar, frustrarse, desbordarse, aniquilar y re empezar.

Considerando el titulo, Topología Cutánea; Primero Topología- como mapa en vista aérea. Las diferencias tonales indican altura o temperatura, como montañas y depresiones, zonas rocosas, arenosas o acuáticas. Se distinguen líneas como ríos o estados, formas relacionadas con nuestras concepciones geográficas, de lectura de mapas. Segundo Cutánea- de la piel, el órgano más grande del cuerpo. No se busca la representación fidedigna de la piel, la estructura de vellos y arrugas, ni como color, ni como patrón en la obra, pensando en Agnes Martin. En sí misma, se aleja de buscar representar para percibir. Percibir poros y arrugas, en colores brillantes. Tonos claros y oscuros envueltos en sí mismos y en las otras tonalidades a su alrededor. En intimidad, se ven cubiertos con una mancha de otro color que  viaja caótica y deprisa al centro. Todos los elementos parecen correr a la nitidez central.

Hablando de la obra, diríamos que de los signos plásticos de la periferia se conforma el signo icónico del centro. Una sinécdoque, un todo por la parte, un rostro por el ceño, una expresión por la acción. Y la acción es planea, pliegues, sombras y luces que representan confusión, o enojo, o orgasmo, o risa; pero es reconocible como una expresión humana o mamífera por lo menos. También podríamos decir que es una hipérbole de un rostro y una metáfora de la textura cutánea, pero es pintura por ser pintura, en el sentido que el artista se en golosa de signos plásticos, y estos dan lugar a los signos icónicos. Podemos apreciar los detalles de su acción al pintar. A veces el bastidor en el suelo, otras sobre un caballete. A veces untando pintura, otras acomodando con espátula, otras con más fuerza, y otras con pintura más liquida. Es la circulación de ideas y técnicas a su destilar en pinceladas, en pintura fresca que se va fijando sobre el lienzo.
Una centralidad obvia, pero eficiente en diluirse en contornos con colores en las esquinas del bastidor, amarillo, rojo, naranjas. Inclusive me parece percibir el blanco, de la tela expuesta, en la parte inferior en la mitad. Energéticas pinceladas van guiando los ojos hacia el foco nítido. Texturas entre mezcladas, colores que se empujan y pinceladas impuestas sobre otras con pesados movimientos, densas en color que pesan sobre la capa previa y tardan una semana en fijarse. Deja su marca como fibras del pincel, pero vemos toda esa acción y la vemos diluyendo mientras el ojo la filtra y nos acostumbramos a los colores y las formas bruscas, las texturas pesadas y eventualmente el vaivén del abstracto al figurativo.
Así como se entre cruzan, se envuelven, se cubre, u oprimen o mezclan, en áreas de concentración de signos plásticos en las orillas del lienzo: manchas, texturas, contrastes, tonalidades y otros a veces de espacio abierto, con poco mezclarse de los colores, sino su secado-imposición entre los diversos signos plásticos; En la zona nítida, parecen conservar su autonomía y la tensión visual que ello conlleva, al asentarse y exaltar una luz precisa del ceño fuñido. La obra se expande del centro hacia las orillas apoyándose en una “I” de claroscuro conformado por el hueco de los ojos, el cual se ve cortado. La mitad superior contiene diversos puntos de tensión (tal vez porque apoya la percepción de la expresión), mientras que la mitad inferior es más libre y abstracta, se va derritiendo hacia las orillas que termina en manchas abstractas de colores casi puros y texturas más continuas, salvo por los hecho físicos de la tela y su tejido, y la fijación de los distintos pigmentos en ella.