Sobre la obra de Salvador Banda Meléndez
Por Carolina Cruz
“Es de día pero hay estrellas en el cielo”
Tierra de Tlatelolco sobre puerta de mueble encontrado
Tierra de Tlatelolco sobre puerta de mueble encontrado
La pátina de lo usado, lo viejo, la abandonado, signo de una realidad pasada, yace en un soporte de color blanco, acompañado de una multiplicidad de tonos grises, cálidos en su mayoría. Me aproximo al caballate donde se ha dispuesto aquél objeto para que lo observe, el material se hace presente, se trata del fragmento de un mueble usado, una puerta que aún conserva el pequeño pomo de metal que sirve como tirador para abrir y cerrar, percibo como éste se me presenta como si se tratase de una ventana cerrada más que de una puerta. Atiendo, sin miramiento alguno, al impulso por alzar el caballete de modo que el objeto y yo nos encontremos a la altura de mi mirada. Soltando todo deseo inicial por descubir lo oculto, recorro sin prisa alguna el objeto, cada grieta, cada desgaste, y cada mancha pequeña que, en efecto, parecieran ocultarse detrás del velo de la pátina. Una vez satisfecha mi necesidad de encontrarme con aquello que es
pasado a través de la textura, reparo con curiosidad en los trazos que contiene uno de los marcos internos de la puerta. De lejos mantiene similitudes con la sensación de estar frente a un grabado, pero es claro al acercarme, que ni la puerta es un papel, ni lo que está trazado en su centro una impresión. Trazos con cierta gestualidad esbozando un paisaje, con lo que pareciera ser polvo o tierra, al parecer un edificio, nubes y elementos que podría ser parte de una feria, hasta los juegos de un parque. Al mirar más de cerca,
se puede percatar desde el pegamento que se ha usado para fijar la tierra, hasta los tallones que han levantado la pátina para descubrir la apariencia original del blanco, que alguna vez tuvo el soporte. Al concebir que la obra ha sido planteada a través de la recuperación de un objeto, decido indagar en la parte posterior, buscando alguna otra señal o mensaje oculto que el autor haya podido dejar para la reforzar o expandir la lectura de la obra, pero sólo me encuentro con el mismo paso del tiempo, reflejado en las manchas que la corrosión han dejado allí, donde alguna vez hubo visagras, y uno más,…uno muy curioso y pequeño, pero a mi gusto de un peso mayor…se trata del cadáver de una cochinilla, como si tratase de un fósil que se aferra al objeto, mi mente vuela y me remonta a pensar en todos los hallazgos arqueológicos de piezas utilitarias que en algún tiempo pertenecieron a sociedades urbanas, y que hoy sólo son restos que evidencia la existencia de una sociedad pasada. Esto influye en mi preconcepción del artista, como un alguien que estudia y reflexiona a partir de la identificación e interveción de los vestigios pertenecientes a un paisaje o escena de cotidianeidad de un pasado que me trae al presente.
pasado a través de la textura, reparo con curiosidad en los trazos que contiene uno de los marcos internos de la puerta. De lejos mantiene similitudes con la sensación de estar frente a un grabado, pero es claro al acercarme, que ni la puerta es un papel, ni lo que está trazado en su centro una impresión. Trazos con cierta gestualidad esbozando un paisaje, con lo que pareciera ser polvo o tierra, al parecer un edificio, nubes y elementos que podría ser parte de una feria, hasta los juegos de un parque. Al mirar más de cerca,
se puede percatar desde el pegamento que se ha usado para fijar la tierra, hasta los tallones que han levantado la pátina para descubrir la apariencia original del blanco, que alguna vez tuvo el soporte. Al concebir que la obra ha sido planteada a través de la recuperación de un objeto, decido indagar en la parte posterior, buscando alguna otra señal o mensaje oculto que el autor haya podido dejar para la reforzar o expandir la lectura de la obra, pero sólo me encuentro con el mismo paso del tiempo, reflejado en las manchas que la corrosión han dejado allí, donde alguna vez hubo visagras, y uno más,…uno muy curioso y pequeño, pero a mi gusto de un peso mayor…se trata del cadáver de una cochinilla, como si tratase de un fósil que se aferra al objeto, mi mente vuela y me remonta a pensar en todos los hallazgos arqueológicos de piezas utilitarias que en algún tiempo pertenecieron a sociedades urbanas, y que hoy sólo son restos que evidencia la existencia de una sociedad pasada. Esto influye en mi preconcepción del artista, como un alguien que estudia y reflexiona a partir de la identificación e interveción de los vestigios pertenecientes a un paisaje o escena de cotidianeidad de un pasado que me trae al presente.
El peso de lo viejo, el desuso, y por ende el olvido, forman una señal de algo que podría parecernos familiar, y al mismo tiempo, causar una extrañeza incómoda. Lo inquietante, en palabras del investigador Lionel F. Klimkiewicz, “no sería nada nuevo sino algo que fue familiar a la vida psíquica y que se manifiesta como una presencia, sin representación”.1 La presencia de una memoria urbanística colectiva, abstraída en la intervención de un objeto cotidiano. Al confrontarse con el vestigio de este tipo de objetos, cuyo paso por el tiempo es evidente, es propensa la evocación directa a los pasados particularmente relacionados con la infancia. Esto último deviene en una serie de lazos relacionales con el contexto psicológico de quien observa. La sensación del pasado en el presente, opera con tintes ya sea melancólicos, nostálgicos o de rechazo. Es el extrañamiento de lo familiar, el recuerdo de una cotidianeidad pasada, que se muestra encarándonos como un rostro en la obra, como señala el pensamiento del crítico de cine francés Serge Daney, “un rostro que me mira ya que me llama para dialogar con ella”.2 Este rostro, compuesto por varias capas de intervención, presenta una resignificación de la norma de uso original, descontextualizándolo para convertirlo en un dispositivo de reflexión social e interrelación de carácter político. Las realidades implícitas en la obra, me remontan a la operación topológica de la melancolía, donde el sujeto se relaciona con el objeto exterior a través de la identificación con la pérdida misma que se define por la apariencia que el deseo crea, se pierden los límites entre el objeto exterior y el objeto de lo irreal, donde “la topología de lo irreal que ésta diseña en su inmóvil dialéctica es al mismo tiempo una topología de la cultura”.3
Tomo un respiro y vuelvo a observar la obra, no reparo tanto en el concepto contenido del paisaje retratado. Sé que me remonta instantáneamente a un grabado, quizá por el tono del material terroso, me recuerda a un cuasi tono de sepia sobre la crudeza de un papel color “parchment” o “pergamino”. No sé por qué, del grabado me llevó directamente a Goya, y con ello, a una de sus pinturas negras, “El perro”, en cuyas interpretaciones surge la teoría de un autorretrato del artista y el reflejo de la visión melancólica ante su entorno, mismo que me regresará al del artista de la obra abordada en este ensayo. He llegado al punto donde necesito más índices para relacionarme con ella, pregunto por el título y pido más contexto.
La técnica, más que el título, me brinda información para continuar estableciendo lazos de comunicación con la obra. El espacio-tiempo que representa en mi psique Tlatelolco, me hace concebir fragmentos de tiempo encapsulados en el fragmento de lo que perteneció a otro espacio, pátinas, manchas y gestos, dados ya sea por el paso temporal, la persona o personas propietarias en otro tiempo de aquel objeto, hasta llegar al artista que lo manipula como la base donde se plantea una obra artística, ¿es el artista entonces el único autor de la obra?. El carácter de la interrelación en la obra es evidente, y se convierte en la esencia de la práctica artística. 4
Pero encuentro el asomo de un trampa silenciosa en particular, la presencia y los afectos que muestra este objeto en sí, pueden ser tan imperantes que cuesta la amalgamación de la intervención que ha realizado el artista, quizás por falta de contexto histórico sobre los cambios urbanísticos y conflictos sociales que permean el espacio y todo lo que este involucra. El antecedente de los playgrounds en México a finales del siglo XX y la polémica resbaladilla en forma de cohete que instalaron y removieron de la sección 1
de Tlatelolco, simplemente me es ajena. Eñ discurso de resistencia ante fuerzas hegemónicas queda debilitado. La obra me permite entender cómo la memoria surge a nivel simbólico de lo perdido, el devenir urbanístico asimilado en la memoria del objeto, una obra abierta como intersticio social, relacional a nivel individual y colectivo. Así como un palimpsesto donde se inscriben lenguajes, quedan huellas de vida como la que me mostró la aquella cochinilla.
de Tlatelolco, simplemente me es ajena. Eñ discurso de resistencia ante fuerzas hegemónicas queda debilitado. La obra me permite entender cómo la memoria surge a nivel simbólico de lo perdido, el devenir urbanístico asimilado en la memoria del objeto, una obra abierta como intersticio social, relacional a nivel individual y colectivo. Así como un palimpsesto donde se inscriben lenguajes, quedan huellas de vida como la que me mostró la aquella cochinilla.
1 Sigmund, F. (2014) Das Unheimliche: manuscrito inédito, p.39.
2 Bourriaud, N.(2008) Estética relacional, p.25.
3 Agamben, G. (2016) Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental, p.63.
2 Bourriaud, N.(2008) Estética relacional, p.25.
3 Agamben, G. (2016) Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental, p.63.
4 Bourriaud, N.(2008) Estética relacional, p.23.
Bibliografía
Agamben, G. (2016) Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental.
España: Pre-textos.
Bourriaud, N.(2008) Estética relacional. Adriana Hidalgo editora.
Mukarovski, J. (1977) Textos de Estética y Semiótica. España: Gustavo Golli.
Sigmund, F. (2014) Das Unheimliche: manuscrito inédito. Ciudad autónoma de Buenos
Aires: Editorial Mármol Izquierdo editores.
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