viernes, 25 de junio de 2021

"Recordatorios" Sobre la obra de Marlitt Almodovar Corona

Por Sofía Chapa Ibargüengoitia



“Recordatorios”

Marlitt Almodovar Corona

Cola de conejo, pigmento, hilo dorado y planta sobre madera , 32 x 15 cm


En el presente ensayo se pretende analizar la obra de pequeño formato (32x15cm) “Recordatorios” de Marlitt Almodovar a partir de sus planos semióticos, su enfoque conceptual, códigos y signos pictóricos y las características retóricas de su discurso pictórico.

Esta obra se compone de dos piezas de forma cuadrada suspendidas verticalmente en cuyo espacio intermedio se encuentra la hoja de una planta natural unida a ambas piezas a partir de un hilo que se entrelaza. La pieza inferior tiene distintos tonos rojos terrosos con ligeras manchas doradas debajo de una capa blanca con transparencias que forman una estructura orgánica parecida a la de la propia hoja natural. La pieza superior tiene distintos tonos de azul con manchas doradas y la misma capa blanca con transparencias formando una estructura que de primera impresión parece similar a la de la pieza inferior pero al mirar detenidamente se observa su singularidad.

La complejidad de la obra artística y todos los procesos implicados en su creación hace dificil que pueda ser abarcada con palabras en toda su extensión ya que muchos aspectos de la percepción de una obra tienen poco que ver con la teoría y mucho que ver con la experiencia sensitiva al entrar en contacto con ella. Por lo tanto, considero este ensayo, más que un análisis, unas pequeñas reflexiones que pueden dar ciertas luces pero que, de ninguna manera, le hacen justicia al acto artístico.

Los temas abordados están separados por cuestiones de orden y para evitar confusiones; sin embargo, todos los temas están relacionados y se complementan unos a otros.

Planos semióticos

Aplicando los planos semióticos para el diagnóstico de funcionamiento del discurso pictórico, podemos considerar que esta obra se mueve

predominantemente en el plano sintáctico por su estilo abstracto pero la incorporación del elemento de la hoja natural entrelazada la coloca también en el plano semántico y pragmático.

En el plano sintáctico los trazos de color blanco forma estructuras orgánicas similares en ambas piezas pero las diferencias sutiles en la forma de esta estructura generan una ilusión óptica; la pieza inferior se muestra como una forma círcular convexa (va hacia fuera) y la pieza superior remite a una forma circular concava (va hacía adentro).

Se percibe una mayor transparencia de la capa blanca en la pieza superior de tonos azules dando la sensación de ser más etéreo, ligero y difuso, mientras que en la pieza inferior de tonos rojos, la transparencia es menor y la forma queda más contenida y delimitada dando una sensación de mayor peso visual. Esta diferencia en los pesos visuales se refuerza con la disposición vertical de las piezas.

Las pinceladas doradas, elemento muy constante en la obra de Marlitt, aparecen en ambas piezas; sin embargo, en la pieza inferior parecen integrarse con el color de fondo mientras que en la superior genera un contraste con los tonos azules; el hilo como elemento conector entre ambas piezas sugiere su presencia a partir de la pequeña sombra que genera su relieve.

En el plano semántico podemos identificar dos signos: la hoja natural que se entrelaza y el hilo que la une con las otras piezas.

El primer signo se manifiesta en sus tres dimensiones: iconica, indéxica y simbólica. A nivel icónico designa directamente la parte de la planta como estructura laminar que contiene el tejido fotosintetizador; en su cualidad indexical los huecos indican que ha sido intervenida por la propia artista o por un proceso

natural de la hoja y a nivel simbólico nos muestra un elemento efímero, testigo de lo cambiante, las estaciones y los ciclos.

El segundo signo, el hilo, se manifiesta en su cualidad simbólica. Un discreto elemento de unión que conecta como una extensión del tejido de la hoja que nutre al resto de las piezas.

En el plano pragmático, al colocar como elemento una hoja natural significa que una parte de la obra va a desaparecer con el tiempo; un recordatorio de lo efímero y los cambios provocados por la misma acción del tiempo en un fragmento de la obra, quedará en la memoria el acto simbólico de su desaparición más allá de la obra como objeto artístico.

Enfoques conceptuales

A partir de los enfoques conceptuales basados en los textos del libro ¿Qué es la pintura? De Julian Bell, esta obra se mueve dentro de tres enfoques conceptuales: el proceso, la expresión y la representación simbólica.

Cuando se habla de proceso en la obra pictórica hablamos del concepto surgido en la modernidad que dejaba de lado la perfección para mostrar las marcas que se convierten en registro de un gesto afirmando la transitoriedad y el proceso contra la forma y el producto. En el caso de esta obra se observan pinceladas libres como una especie de huella de que algo estuvo ahí; la hoja como elemento integrado al lenguaje pictórico parece sugerir que fue la propia hoja la que ha dejado esas huellas como gesto espontáneo.

En el caso del enfoque expresivo esta obra puede ser la manifestación visual de un estado emocional causado por una huella; un lugar interior. La obra, al estar dividida en dos piezas unidas sutilmente por una hoja que los entrelaza

evoca dos estados emocionales contradictorios que suceden al mismo tiempo y que se nutren de la misma fuente.

La representación puede manifestarse en tres niveles: pictórico, simbólico y sistémico. En el caso de esta obra, la hoja no es una representación sino que es el elemento en sí, por lo tanto no podría ser pictórica, ni entra en ningún sistema de representación, por lo tanto tampoco podría ser sistémica; sin embargo, a nivel simbólico, tiene varios elementos interesantes.

La composición de la obra consta de tres elementos suspendidos de forma vertical; las características de esta composición recuerdan el principio de “correspondencia” contenido en el Kybalion (1908, documento que resume las enseñanzas de la filosofía hermética y se le atribuye a William Walker Atkinson): “Como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera”. Se afirma que este principio se manifiesta en los tres Grandes Planos: el Físico, el Mental y el Espiritual.

Como se mencionó anteriormente, las estructuras producidas en ambas piezas a partir de la capa blanca generan un efecto óptico “hacia afuera” y “hacia adentro” y su disposición dentro de la obra las coloca “arriba” y “abajo”. La correspondencia entre ambos mundos pareciera estar simbolizada por el hilo que las conecta y el tiempo y los ciclos por los que estan regidos pudieran estar representados por la hoja entrelazada.

Código y signo pictórico

En este ensayo los conceptos de código y signos pictóricos parten del texto “Retórica de la Pintura” de Alberto Carrere y José Saborit. Tradicionalmente, los signos visuales o pictóricos se han dividido en icónico y plástico. Si partimos de que, convencionalmente, el icónico se identifica con la figuración y el plástico con la abstracción, en esta obra podemos reconocer ambos.

Por un lado, los tonos rojos terrosos, los azules, las manchas doradas y la estructura formada por la capa blanca con transparencias son signos plásticos; mientras que la hoja y el hilo que la entrelaza son signos icónicos.

El significado de estos signos depende del código utilizado para su interpretación; estos códigos pueden ser blandos (interpretación imprecisa) o duros (interpretación precisa). El lenguaje pictórico recae facilmente en códigos blandos, debido a su naturaleza capaz producir asociaciones provisionales e inestables entre los planos y abrir la experiencia pictórica a múltiples interpretaciones.

Los tonos terrosos pueden estar relacionados con la tierra y los azules con el cielo coincidiendo también con su posición inferior y superior; como si se estableciera una conexión entre lo terrenal y lo espiritual a partir de los dos signos icónicos, la hoja (nutrición) y el hilo (conexión).

La estructura formada por la capa blanca en las piezas cuadradas evoca la estructura interior de la hoja que las une; en la naturaleza, el tejido fotosintético de la hoja es el encargado de aspirar el agua y los nutrientes desde las raíces y de absorber la luz, el hilo parece representar la energía vital que fluye en toda la pieza a partir del proceso realizado por la hoja.

En algunas culturas, el dorado está relacionado con la vida material; al tener ambas piezas elementos dorados se podría interpretar como la parte material de la vida espiritual.

Tropos

Así como en el tema de los códigos y signos pictóricos , los tropos como figuras retóricas están basados en el texto de “Retórica de la Pintura” de Alberto Carrere y José Saborit. En la obra podemos identificar tres tropos: repetición, la sinécdoque y elípsis.

El primer tropo implica la repetición de elementos iguales o diferentes por alteración de alguno de sus niveles de expresión. En esta obra estaríamos hablando de una repetición binaria o emparejamiento por que se observan dos piezas repetidas cuya variación está dada en el color la forma de su estructura blanca y los niveles de transparencias. Esta repetición expresa una especie de antítesis o dualidad entre ambas figuras.

En el caso de la sinécdoque el elemento de la hoja entrelazada muestra un fragmento de una planta y evoca su totalidad.

Existe una elipsis en el título Recordatorios, hay una ausencia de precisión de lo que debe ser recordado; esta ambigüedad puede provocar una inquietud en el espectador y moverse hacia la interrogación de qué es lo que necesita ser recordado. Con el paso del tiempo, habrá otra elipsis con la ausencia de la hoja y solo quedará un recordatorio de su paso por la obra.








Sobre la obra de Ariadna San Vicente Vázquez

Por Lorena Acsa Becerra Montero


 Ariadna San Vicente Vázquez

Sin título, óleo sobre tela, 75 x 100 cm 


En el presente ensayo me abocaré a hacer un acercamiento a la pieza de Ariadne, haciendo uso de los conceptos que estudiamos durante el curso. Todos estos recursos pueden empalmarse ya que en el fondo se refieren en muchos casos a lo mismo en esencia. Así que haré uso de lo que me parezca más pertinente para referirme a la pieza. 

Comenzaré escribiendo acerca de los planos de funcionamiento . 

Como todo mensaje, la obra de arte contiene tres planos semióticos: el semántico que relaciona los signos con el mundo significable; el sintáctico, que cubre las relaciones de los signos entre sí; y el pragmático, que 

vincula los signos con los receptores. 

Considero que la pieza se localiza en el plano semántico y sintáctico principalmente. 

¿Cuál es la interrelación de las unidades plásticas? 

La obra representa un espacio tridimensión, haciendo uso de líneas diagonales que sugieren profundidad. Sin embargo este espacio resulta sumamente ambiguo. 

La paleta está compuesta de colores neutros y el contraste más notorio es el de claro-obscuro y el contraste de saturación. Negros, blancos y una gama de neutros rojizos. 

La formas cuadrangulares localizadas horizontal y verticalmente refuerzan la perspectiva pictórica. 

Observamos una masa que surge en el lado superior derecho de la composición, que nos da la idea de ser un fragmento de algo que está invadiendo la composición. Las pinceladas de esta forma, que se ramifica, son sueltas y parecen continuar hacia abajo, dado que tienen la misma luminosidad y son empastadas. 

Las formas cuadrangulares tienen un patrón, un ritmo constante, estable. Sin embargo, al estar ubicadas sobre un plano negro, que funciona como fondo y contrastar tan fuertemente, difícilmente podría reconocer la representación de un lugar en específico. 

Pasamos al plano semántico. ¿ Cuáles son las significaciones de las figuras y el tema en conexión con la realidad visible? 

En primera instancia, qué representa la obra?. Como dije antes un espacio tridimensional surgido a través de una serie de líneas que sugieren una perspectiva pictórica. Una espacie de cubo al cual tenemos acceso, quizá porque ha sido seccionado o porque nos encontramos dentro de él. 

Podríamos relacionarlo por asociación, directamente con otro espacio continuamente presente en la serie de Ariadne, esto es el interior de una casa abandonada, la casa de su abuelo. 

Sin embargo, en esta pieza en específico no vemos otros elementos que pudieran remitirnos a ello. Así que resulta siendo una especie de espacio abstracto geometrizado. 

El árbol que invade este espacio , me remite a los árboles de cerezo en flor ,de Japón, llamado árbol de sakura, por lo que lo relaciono con un sensación de calma , ecuanimidad, pero también de melancolía. 

Dado el tratamiento que dio a las figuras rectangulares, no podemos saber a que material pueden relacionarse, aunque su calidez quizá nos remita a la madera. 

Aunque la composición es estable, el fuerte contraste de los rectángulos sobre el fondo negro, me provocan desasosiego, y esto es porque me parecen espacios vacíos, agujeros, lo cual me provoca cierto vértigo e inestabilidad. Esto me hace pensar en una escena fuera de la realidad cotidiana, que busca evocar ciertas emociones. 

El siguiente punto a tratar son los enfoques conceptuales. Para ello haré referencia al texto ¿Qué es la pintura? de Julian Bell en donde nos habla de los siguientes conceptos: representación, imitación, sustitución, procesos y expresión. 

La pieza, no pretende ser una representación de tipo pictórico, esto es una imitación de la naturaleza sino más bien una representación simbólica. Sin embargo, considero que los conceptos que pueden ser utilizados para el acercamiento a la pieza son el de expresión y en alguna medida la de proceso. 

En cuanto a la expresión como un esfuerzo que da forma a lo que tenemos dentro de nosotros, materializándolo en este caso a través de la pintura, tendríamos que preguntarnos acerca de la persona que lo pintó, de Ariadne. 

Bell escribe que en nuestro interior hay algo que trasmuta todas nuestras impresiones antes de que emerjan en una forma exterior, esto es una transmutación interna. 

¿Qué quiere expresar la pintora mediante este cuadro? 

Pienso que evoca una ambigüedad de sentimientos . El árbol que a mi parecer es un árbol de sakura, simboliza serenidad, inocencia, sencillez, renacimiento, belleza, es un augurio de buena fortuna, emblema del amor, etc, y es representativo de la cultura japonesa. 

Si lo veo de esta manera, asociaría el espacio representado con una sala de té estilo japones que evoca serenidad. Pero sucede algo. También observamos una rama seca y rota, podríamos pensar que el árbol esta cayendo dentro del espacio, además, tampoco sabemos que se representa exactamente en el suelo. 

El negro de fondo me parece un abismo y los rectángulos de abajo ,peldaños de un puente. ¿Cómo tener sosiego en un espacio donde el suelo no es estable, donde no sé que hay abajo, porque de tan oscuro pareciera un abismo? 

Y es que no sabemos si esto es así u otra cosa. Los rectángulos también pueden ser representación de luz sobre el suelo, pero dado que la materia pictórica con la que se encuentran pintados parece sólida, me parecen más bien peldaños o mesas. 

La cuestión es que me provoca un sentimiento ambiguo, pero más cercano al desasosiego que a la tranquilidad. 

Tampoco sabemos que representan con exactitud las manchas blancas en dirección vertical. Podrían ser agua, cayendo del árbol, o luz o maleza del propio árbol. 

Pienso que es un escenario construido por la autora para intentar hacernos sentir lo que ella siente, de como siente el mundo. 

Lo siente, creo, que con una melancolía- alegre, una extrañeza poética, una angustia que no sabe de donde emerge, una energía vivaz y ecuánime al mismo tiempo, lo siente como un misterio. 

Y que en cuanto al proceso? Dado que la representación como tal no es su objetivo principal, la manera en que evidencia la pincelada, que es libre y concisa, puede observarse como una marca que se convierte en el registro de un gesto transitorio, en una huella. 

A continuación haré uso de algunos conceptos del texto “Retórica de la pinturade Alberto Carreré y José Saborit. 

La pieza la ubico dentro del concepto de código blando y de Rattio dificcilies. 

Esto es justamente porque la comunicación no es precisa. El signo presenta una delimitación imprecisa de sus unidades expresivas y la pieza se presta a múltiples interpretaciones. Existen altos niveles de polisemia y ambigüedad, por lo que favorece las lecturas libres. 

Aunque la pieza se encuentra dentro de un plano referencial, porque genera la ilusión visual de un espacio tridimensional, en el que distintos signos pictóricos se articulan entre sí para inducir en el espectador esta lectura, la pieza también admite la consideración no referencial y esto es debido a la ambigüedad en lo relativo a su referencialidad, como ya he mencionado anteriormente. 

En cuanto al concepto de evocación, haré referencia a los tropos, que implican un enunciatorio capaz de establecer la relación con un elemento ausente, invocándolo. 

¿Qué tropos puedo encontrar en la pieza? 

Puedo decir que la perífrasis de indeterminabilidad, ya que los signos plásticos e icónicos aluden con vaguedad a algo inquietante y desconocido. Aluden a lo que no puede decirse, quizá, aunque yo lo relaciono en parte con el concepto portugués de saudade, que se refiere a un sentimiento melancólico, de abandono, de aislamiento. En este sentido podría ser una metáfora de este concepto. Sin embargo al utilizar la representación del árbol de cerezo que es una metáfora del renacimiento y de la primavera , entre otras cosas, aunado a la calidez de las zonas claras, podemos pensar que esta melancolía está llena de esperanza, que incluye un sentido estético, un placer. No es una melancolía triste, sino una gozosa. 

Utiliza también la repetición como elemento importante de la composición. Las formas rectangulares se repiten horizontal y verticalmente, configurando un ritmo constante, un orden escalonado. 

También podemos ver la repetición y acumulación de las pinceladas contundentes en la representación del árbol, y de las flores que parecen caer, esto nos puede llevar a la figura de sinestesia, evocándonos la sensación de viento y de agua que cae, quizá está lloviznando dentro de este espacio. La rama caída es muestra de que quizá hubo una tormenta y el árbol se ha desojado y la rama ha terminado por romperse y caer. 

Observo la figura de antítesis. Espacios luminosos, (incluso podría decir que “emiten luz”, las figuras geométricas y el árbol), en contraposición con la oscuridad intercalada entre las formas. 

También hay un contraste, como ya lo he mencionado, entre los sentimientos evocados, por un lado, tranquilidad , frescura y renacimiento y por otro el fuerte contraste de claro-obscuro, que me provoca la sensación de inquietud, dado que no sé que pudiera haber en las partes oscuras. A pesar de que las formas luminosas tienen un ritmo y equilibrio me provoca desasosiego la incertidumbre del vacío. 

La elipsis se presenta porque se suprimen algunas partes del enunciado pictórico y es el espectador quien participa en esta construcción visual para completar el significado. 

El fragmento de árbol me da a entender que existe un árbol completo, y dado que el espacio es ambiguo, mi mente interpreta que hay un abismo debajo de las “baldosas” y que el espacio se continua en los costados laterales, De alguna forma lo siento como un escenario. 

En conclusión, y debido a que el ensayo lo he redactado en varias sesiones, me permito escribir que en este momento, el cuadro me produce más bien, la sensación de un misterio agradable, de una melancolía vivaz. Me parece en sí un poema visual, con rima, silencios y ritmo. Y creo pensar que es porque la autora es capaz de ver esto en el mundo, lo puede mirar poéticamente y así representarlo en sus obras. 

"Carolina en el sillón" Sobre la obra de Sofía Chapa Ibargüengoitia

Por Mario César Gutiérrez Gual 

“El desnudo descansa, no baja la escalera” 

Comité de selección al ver el desnudo bajando la escalera de Duchamp, 1912




"Carolina en el sillón” 

Sofía Chapa Ibargüengoitia 

pastel sobre papel, 36 x 60 cm 


 


1.0. Planos de funcionamiento o dimensiones semióticas aplicadas a la pintura. 


Para el análisis de la pieza titulada “Carolina en el sillón” a cargo de Sofía Chapa-Ibargüengoitia se abordarán en conjunto algunas concepciones tomadas de los estudios semióticos, los enfoques conceptuales, los códigos, signos y las características retóricas que clasifican los diferentes planos de funcionamiento de una obra pictórica. 

Uno de los principales objetivos de esto es averiguar la suma de "estrategias discursivas" que se desarrollan, y que contribuyeron a generar una determinada imagen. Inicialmente me apoyo en las complejidades de la semiótica de la teoría de los signos que nos permiten profundizar en las relaciones sígnicas de la pintura al tomar prestadas algunas categorías de la ciencia del lenguaje con el fin de adaptarlas al discurso pictórico. Seguidamente los trabajos de Julian Bell nos darán apertura al enfoque conceptual que la obra despliega y finalmente el trabajo realizado por Alberto Carreré y José Saboritt nos ayuda a identificar los códigos, signos, tropos y las características retóricas que entran en juego. 


1.1. Plano sintáctico 


Los límites entre el dibujo y la pintura pueden ser muy ambiguos. En este caso, en la pieza, se exponen materiales comunes al dibujo, a un boceto o un ensayo preparativo para un trabajo netamente pictórico. 

La obra es trabajada dentro del plano sintáctico en la técnica de pastel de un modo simple; principalmente con tonos tierra, sin luces ni contrastes fuertes. La lógica de la composición es de un matiz apagado de temperatura neutra a nivel tímbrico. Se muestra una estabilidad visual en la composición horizontal de forma gráfica y explícita, donde la figura se dispone en el centro de los márgenes apelando a una despreocupación por alguna dinámica en este sentido. 

El esquema que se muestra es el de una mujer de cabello cano, piel blanca y ojos claros. Colocada de forma horizontal, y recostada sobre su lado derecho, con el brazo extendido y su peso apoyado en la pierna derecha, reposa su cuerpo sobre un tapete de yoga.Muestra un gesto abatido, con la mirada perdida fuera del marco de la imagen. Despojada de ropa, la piel es carnosa y flácida, puede entenderse como una mujer de mediana edad, que descansa delante de un sillón en un espacio interior incierto, en actitud contemplativa. 

La relación de las unidades del plano sintáctico no permite, de forma inmediata, una mayor interpretación para dar un acercamiento a una lectura sensible al discurso dentro de la pieza, ya que el tratamiento uniforme del dibujo obstaculiza explorar alguna referencia de manera extensa como parte de una intención discursiva semántica en el plano sintáctico. 

El maridaje del signo plástico y el plano de contenido no es claramente evidente, la ausencia de la carga matérica, la intención en la huella, o el gesto carecen de una impronta reconocible. Sin embargo, la faceta denotativa de sentido, o plano representativo semántico puede proporcionarnos herramientas para analizar la obra dentro de la tradición pictórica. El simple mensaje imitativo o representacional que es plasmado, bajo ciertas características semánticas dialogan con la historia del arte, y abren la puerta a la comprensión de este trabajo bajo la revisión de la tradición histórica europea y el estudio de la contemporaneidad. 


1.1. Plano semántico 


Los retratos también son un signo, las marcas en la carne, una mancha en la piel, la expresividad del rostro. Charles Sanders Pierce afirma en su teoría, que los aspectos simbólicos y la vida social están inseparablemente relacionados. 

Peirce estableció que el pensamiento humano funciona de forma inferencial. En lugar de considerar la inferencia como un proceso oculto y único que tiene lugar en el cerebro de los seres humanos, la consideró en su aspecto formal, como un proceso en el que un fenómeno se logra mediante la determinación de algún fenómeno anterior. 

Las pinturas de desnudos son nuestro punto de partida para analizar este ejercicio académico. Desde la representación sígnica, su dimensión comunicativa y funcional puede acotarse inicialmente en la figura del desnudo femenino. Desde la antigüedad la figura humana es trabajada por los artistas que buscan perfeccionar el conocimiento de la anatomía. Ya que es más fácil entender la arquitectura del cuerpo sin ropa, nace así la tradición del dibujo de figura humana. La pintura de desnudo desempeña una función de paso para todo artista en el oficio. 

El desnudo como género pictórico es creado por la necesidad de representar el cuerpo humano como tal, y alude a un instinto de abstracción generalmente, cuya simbolización es posterior y hasta secundaria. Sin embargo, la imagen de la figura femenina es de un interés particular, ya que en la cultura griega históricamente la mujer se representaba vestida, y el hombre sin ropa. La aparición de afrodita en el siglo cuarto antes de cristo es la primera referencia de este género para muchos artistas. 

Este relato comienza con las convenciones que han llevado a ver y juzgar a las mujeres como visiones. Encontramos algunos de los criterios en la categoría de pintura europea del desnudo, en los desnudos europeos al óleo, cuyo tema principal y siempre recurrente, son las mujeres.1 El problema de la desnudez femenina va más allá de la simple representación del cuerpo despojado de vestimentas, implica contextos propios de la percepción social y de la ideológica. 

El desnudo cuando se le considera como una forma de expresión estética, está exclusivamente sujeto a los cánones de la apreciación subjetiva, determinada por cuestiones a menudo ideológicas. Se plantea esta cuestión desde una perspectiva moralizante o claramente contradictoria. En su representación, los ideales de la historia europea continúan esta tradición hasta épocas muy recientes. El desnudo se ha usado alegóricamente como excusa, con el fin de evadir la tensión entre la prohibición moral de la iglesia y el naturalismo como aspecto formal de representación de las cosas. 

Estas cuestiones fueron teorizadas en sus inicios por el historiador Kenneth Clark en su ensayo “El desnudo” donde subraya la distinción en la lengua inglesa entre naked, como “desnudo corporal”, y nude, “desnudo artístico”. Reconoce las diferentes variantes de desnudos que se generan, y vendrá a separar la concepción del cuerpo entre lo imaginado como “ideal”, y lo “real”. 


1.2. Plano pragmático 


Para ubicar el plano pragmático en la imagen de esta mujer, el lugar donde se presentara la obra abriría la puerta a un panorama de sentido; de ser controversial u ofensiva, se podría considerar importante en este plano. La carencia de descripción de la puesta en escena de la pieza resulta relevante al profundizar en el análisis; ya que el protagonismo es el del cuerpo desnudo femenino dentro de la imagen. 

Para enmarcar esto, podríamos recurrir a la teoría feminista en general; la construcción de la sexualidad femenina, la definición y marcación de lo permitido y lo prohibido, de lo subversivo y lo legítimo. “La pintura de género” hoy en día es una denominación muy usada en el estudio socio-antropológico de los productos visuales, o de forma universal, en las diferencias y relaciones de productos masculino-femeninos. 

Artistas y críticos de los sesenta y setentas han dado notoriedad a las cuestiones que se implican en el dibujo del desnudo: ¿a quién se mira?, ¿quién es el que mira?, ¿cómo está encuadrada la imagen?, ¿quién hace el encuadre?, ¿importa el género del artista?, o ¿hace alguna diferencia si el artista retrata su propio cuerpo?, ¿o el de algún conocido?, y ¿cómo afecta la orientación sexual del que observa? 

Aunque pudiera parecer que el estudio del desnudo femenino en el arte no es más que un símbolo elegido al azar, no siempre es así, ya que esconde no sólo una concepción particular sino también una visión ideológica. 

Nuestra percepción social del cuerpo varía de un lugar a otro, de un tiempo a otro. Por tanto, hallarse en el rol del espectador ante un desnudo, supone que un punto de vista es algo siempre relacionado con la visión particular del que contempla esa desnudez de forma directa, como afirma Jonh Berger, en Modos de ver: “el tema (una mujer), implica que ella es consciente de que la contempla un espectador. Ella no está desnuda tal cual es. Ella está desnuda como el espectador la ve”.2 

El plano pragmático funciona al cuestionar, las imágenes estereotipadas que se han creado en el arte occidental a lo largo de siglos, y las imágenes que los medios de comunicación insisten en representar principalmente; lo que nos han guiado a esperar, y ¿qué figuras han quedado fuera? 

Estamos rodeados de cuerpos y de imágenes de cuerpos como una parte intrínseca de la comunicación de la identidad; interpretamos a los otros y al mundo en la manera que procesamos cómo aprendemos a conocer a los otros, y lo que desconocemos de ellos, sin ropa. Nos hacemos la pregunta: ¿quiénes somos sin la ropa? 


2.0. Enfoques conceptuales 


En general nosotros no establecemos los acuerdos sobre las cuestiones donde nos hallamos, sistemas de significados y múltiples ideologías. Nos centramos en la tradición pictórica europea que ha suscitado debates y es objeto de discusión en la actualidad por grupos feministas, sociólogos y artistas de todo tipo. 

Algunos conceptos que se han utilizado constantemente en la práctica artística de la pintura y resultan evidentes en esta obra pueden ser vistas a través de las categorías propuestas por el artista Julian Bell para ayudarnos a delimitar nuestros objetivos desde una mirada de lo que interpela; de lo sensible. 

Los elementos de la pintura que pueden tener una significación, lejos de los diversos aspectos del desarrollo temático, describen los motivos puestos en el papel, para dar como resultado un estudio de las diferentes intenciones que se producen al realizar la pieza. 


2.1. Imitación 


La imitación o mimesis es hacer que las cosas se parezcan. Este primer enfoque, el de conocer el mundo desde lo visible, registrar o evocar la apariencia de los objetos físicos, y utilizar esta apariencia para comunicar significados dentro de la pieza es notorio. 

Se puede suponer a partir de este enfoque un afán por estudiar la configuración de luz y sombra que reflejan el cuerpo desde un cierto punto de vista. De esta forma, cada uno de los elementos se aproxima a una copia de lo que se ve a partir del referente. Opera con el fin de guardar semejanza con el modelo y explorar sus posibilidades. 

En el trabajo en cuestión, la imagen figurativa y el esbozo de elementos secundarios, como un símbolo compositivo dentro de la imagen se observa a través del eje de la perspectiva, y trata de imitar una mirada del espectador presente. La descripción dentro de este trabajo sobre papel implica en la tradición dominante de occidente la visión aristotélica, que satisface el anhelo común de conocer el mundo por medio de las prácticas de imitación de la apariencia física tanto al registrar o evocar la apariencia, como para comunicar cierto significado. 

Al momento de dibujar, a partir de la línea, lo que se encuentra frente al artista, se realiza un acto de análisis, porque el cuerpo no se presenta recubierto de contornos; en este dibujo se distingue así la forma; este impulso procede de una discriminación de la luz. Recursos como la perspectiva, la proporción y el volumen regularmente se traducen al papel, en escorzos con líneas desvanecidas y sombras donde estos se apoyan. Es decir, el trabajo de imitación lleva consigo una serie de consideraciones técnicas que requieren de una maestría de alto grado de conocimiento en la anatomía y el dibujo, a los que, en esta imagen, hay una tibia aproximación. Resulta, a primera vista, un estudio a manera de práctica de poco alcance en este sentido metodológico. 

Así como Platón ya era un detractor de la mímesis; para él, las artes estaban asociadas con una imitación de la Verdad; cuando era buena, y como una doble imitación cuando el artista la recreaba bajo su percepción. Sin embargo, Aristóteles proponía la mímesis como una forma de conocimiento de la realidad, los creadores de imágenes copiaban la naturaleza para comprenderla y la representación como un vínculo para adaptarse al entorno. Se comienza a dar estudio a la representación desde el enfoque de la imitación como un lenguaje prioritario, en una imitación selectiva, se trabajan los referentes de belleza griegos y romanos, y las construcciones imaginarias como visiones de la realidad. 

Numerosos artistas a lo largo del tiempo han logrado una distorsión que se goza premeditada en la figura humana, incluso espontánea; pero no es así en este caso. El ejercicio muestra faltas en la ejecución comunes a todo estudiante qu haya desarrollado esta práctica. 


2.2. Estilo y sustitución 


El estilo pictórico es de trazos difuminados en la técnica de pastel. Los contornos y acabados nebulosos sugieren el ejercicio anatómico del modelo como preocupación principal. Las figuras del fondo se distinguen dentro de un esbozo sin detalles, y se sustituyen por desvanecimientos de las marcas pictóricas que impiden hacer, en cierta medida, una imagen realista, como sería vista en la naturaleza. Así mismo, la relación inmediata con la perspectiva y la composición obliga a omitir la observación del espacio de forma naturalista. 


2.3. Representación 


Nuestro autor, nos describe la transición del uso de esta palabra en la historia del lenguaje, para que exista esta función en su concepción actual, se requiere de sistemas compartidos entre el creador y el espectador; que ciertos contenidos permitan comunicar abstracciones, hacer un diálogo de relaciones simbólicas. Sería indispensable contextualizar la intención del artista para dar una lectura adecuada. 

Se habla de una representación en tanto que está basada en acuerdos y convenciones desde el punto de vista de este enfoque. En la representación pictórica se reconocen los objetos físicos que tendemos a pensar que son reales. Necesariamente los objetos cotidianos transmiten o evocan significados en cada espectador a niveles distintos, incluso contradictorios. La lectura es ambivalente y no se presenta una comunicación clara a partir de la figura plasmada, al contrario, permite interpretaciones en un juego de relaciones subjetivas. 

Puesto que, estamos inmersos en un sistema simbólico podemos hacer una interpretación respecto a la iconografía de la imagen, y los elementos poseen connotaciones que desde otros enfoques transmiten información. El vínculo de significados que se comparte hace que la figura tenga reverberación en el espectador, independientemente de que en la pintura no se puede estar seguro de comunicar.3 

El desnudo por ejemplo en la óptica tradicional es una suerte de retorno al estado primordial, a la perspectiva central; al jardín del Edén. Muy naturalmente la desnudez designa también la pobreza y la debilidad espiritual y moral. El simbolismo es a veces peyorativo: la desnudez, es la vergüenza. Sin embargo, los gnósticos se separan completamente de esta noción y ven la desnudez como un símbolo del ideal a alcanzar. Se trata en ese caso de una desnudez del alma que rechaza el cuerpo, su vestidura y su prisión, para hallar de nuevo su estado primitivo y ascender a sus orígenes divinos.4 


2.4. Expresión 


Como señala Bell, en la pintura y otras disciplinas, generalmente la expresión se entiende como un lenguaje visual de estados de la mente invisibles, ligados forzosamente a la psicología del creador como una síntesis o materialización comunicativa de su experiencia; un proceso de transducción del individuo; del ser interior, a su materialización física. De ahí que, la puesta en escena del cuerpo, que imita el gesto y la fisionomía, revela un contenido interno. 

La vulnerabilidad de la imagen que se proyecta es de una representación de lo imperfecto, frágil y delicado, de la carne flácida, indefensa, despojada de ropa y de energía. Quizá reposando en un tapete de ejercicio contemplando el tiempo perdido, su cuerpo en muestra de apatía o agonía; nos despierta un sentimiento de desamparo para su futuro. 

La expresión resulta en las libertades manifestadas de la proyección de la subjetividad del pintor, entre la imitación, la representación y la reconstrucción de la vivencia del pintor, en negociación de los estados de ánimo del artista. 

En el caso de este ejercicio pictórico, como se ha dicho, la materia no tiene papel protagónico, el funcionamiento de la individualidad del artista convertido en registros, no es evidente; la presentación pulida queda enmarcada en una descripción explicita y gráfica de lo que vemos. En este dibujo, no se permite reconocer la improvisación ni la espontaneidad de los trazos, ni en la figura o en el ambiente que la rodea; muestra una textura plana sin contenido hacia los bordes y de poca nitidez. Los objetos del fondo comparten una cualidad expresiva desvanecida, con trazos ejecutados de forma tenue. 

La facultad de expresión, por lo tanto, puede figurar en la ejecución técnica que plasma la intención, la impronta, y el efecto visual que la subjetividad del pintor es capaz de transmitir, contenida finalmente en los límites del cuadro. 

A su vez, la característica expresiva del cuerpo reclama la variedad de formas que encontramos a nuestro alrededor y su poder de comunicación a partir de la gestualidad. El personaje central tiene un lenguaje corporal estático, sin movimiento. Esta imagen nos puede indicar el sufrimiento de tener un cuerpo, así como articular los placeres que se le asocian. 


2.5. Proceso impresión y secuencia 


Toda intervención de la materia por el ser humano lleva consigo un proceso, la captación de la realidad por medio de los sentidos 

La lectura en la composición sobre un plano se establece en la asimilación de técnicas pictóricas que se aplican y, dan como resultado formas que emergen desde un estado de devenir, un vislumbre fugaz de la forma y por el principio de secuencia, la pluralidad de momentos sin relación reinserta su propiedad narrativa por la conciencia de la estructuración que dan uso de estas posibilidades. 

Solo podemos imaginar, dentro del enfoque conceptual orientado al discurso del proceso, la referencia de los estudios académicos de sesiones de dibujo al natural, como una práctica común y explorada hasta el cansancio; indispensable para el conocimiento anatómico, útil para dominar la soltura del trazo, y como rito de formación en las habilidades favorables en estudios posteriores que pudieran derivar en una obra más compleja. Estamos en contacto tan frecuente con el cuerpo que cualquier error en el dibujo nos es fácilmente reconocible, y es por lo que esta práctica exhaustiva, exhibe problemáticas propias que no llaman la atención como pudieran ser otras representaciones; la figura de un árbol o de un ave. Es imposible dejar de percibir dentro de este plano, la falta de rigor en las proporciones anatómicas, pues la inexactitud no está planteada de una manera que parezca intencionada. Al contrario, se percibe un intento del artista por reproducir la figura en un ensayo poco exitoso. Lo que da lugar a inferir que el contenido semántico en esta pieza es de mayor importancia. 

La figura que se trabaja en estos estudios en su mayoría se encuentra en reposo, comparándose así muchas veces con un objeto inanimado, un objeto pasivo dispuesto para el pintor. Se le puede atribuir esto a la realidad física, donde los estudiantes, durante décadas, han escogido las poses en reposo para poder capturar detenidamente el modelo durante largas sesiones y aprender de anatomía. 


3.0. Códigos y signos 


Alberto Carrere y José Saborit, señalan en su libro “La retórica en la pintura”, que la comunicación presenta problemas al ser considerada un lenguaje en tanto que al igual que el lenguaje verbal, está basada en una asociación codificada. 

Generalmente, como sugieren nuestros autores, en la pintura figurativa, se oculta el signo plástico como ocurre en esta pieza. En este caso, se encuentra motivada por una semejanza respecto al modelo desnudo bajo la mera asociación natural que generan las unidades plásticas. Descansa sobre bases convencionales, pero oculta su codificación en relativismos perceptivos. el modelo determina la representación de elementos icónicos y su ambigüedad hace que la imagen se ubique en una ratio difficilis. 

Para nuestros autores, el código blando, cuando se encuentra imprecisamente delimitado, nunca se presenta de forma absoluta en la práctica, quedan campos intermedios especialmente la pintura. La ratio difficcilis entendería las nebulosas de contenido que acaso evoca la pesadez de la carne colgante del vientre de la mujer, o quizá el paso del tiempo al que nos remite el cabello grisáceo; la vejez.5 

Podríamos pensar que la imagen propuesta es la de una persona madura debido a sus rasgos faciales y cabello cano, por lo que hay cabida para establecer que se. refiere al cuerpo como un proceso de el tiempo, del desgaste de la carne, y los rastros que la piel encarna. Quizá trata de un símbolo o elementos a los que se les pueda atribuir una interpretación simbolista, aunque apela también a ciertas propiedades psicológicas. 

Dentro del simbolismo, el Anciano, lo ancestral, y lo antiguo se reviste de un carácter sagrado, cualquiera que sea el objeto o la persona. El solo hecho de haber envejecido, sin desaparecer, invoca una suerte de vínculo con las fuerzas supratemporales de conservación. Que un ser haya resistido al desgaste del tiempo se siente como una participación de lo eterno. Influye en el psiquismo como un elemento estabilizador y como una presencia del más allá. Lo anciano no es lo caduco, sino lo persistente, durable, y a los ojos de ciertos analistas, de una manera paradójica, el anciano sugiere la infancia, la edad primera de la humanidad, como la edad primera de la persona, la fuente del río de la vida. Se colorea así con los prestigios del paraíso perdido.6 

El signo icónico surge a raíz de una compleja relación entre conceptos generales, asociaciones y respuestas cerebrales a estímulos encarnados. Manifiesta una significación similar a la gramática formalista, o al signo plástico, donde destaca la manifestación entre significados construidos socialmente y asociados a los sentidos perceptivos. 

La cualidad de la técnica pictórica capaz de inspirar el tema es bajo este criterio, da una muestra de un estudio preparatorio, que regularmente suele trabajarse en pastel. En esta técnica, la rapidez con la que se realiza un simple boceto permite hacer apuntes destinados a una obra pictórica posterior. 

La edad de la mujer no es absolutamente certera, puesto que conserva tono muscular en las extremidades y los rasgos antes mencionados podían ser de una persona joven. 


4.0. Características retóricas 


Podemos apreciar que la obra es una aparente paradoja. Apelando a la suavidad de las formas obtenidas en pastel, usualmente la belleza de la mujer idealizada exalta determinados estereotipos, pero esto es solo una cara de la represión moral y censura que se muestra a lo largo de la historia. Sin embargo, esta pieza es realizada en otro sentido. El profundo motivo psicológico examina un límite de lo convencional. 

Los debates sobre las mujeres están acompañados de prácticas violentas y de persecución. En este sentido tampoco las representaciones pictóricas que se hacen de “la mujer” corresponden con la realidad. 

El título de la pieza también puede figurar una elipsis bajo los argumentos recopilados por los autores Alberto Carreré y José Saborit en analogía de los manuales técnico-literarios que registran, ya que, en la descripción, el sujeto “Carolina “se encuentra en el sillón, y éste se presenta vacío, quizá sea una simple incongruencia del artista, o quizá pueda dar una pista al complejo contenido que sucede dentro de la narrativa de esta pieza. 

O de otra manera, el retrato de la protagonista, al ser extraída de su sillón, sugiere la elipsis como un acto destinado a enfatizar el espacio de ambigüedad del contexto. En este caso la ambigüedad del espacio y la situación de la pieza se comportan bajo la elipsis visual y una alteración en los límites del cuadro, una ironía o una paradoja. 


5.0. A manera de conclusión; y algunas notas al pie 


De la misma manera que la imagen de una mujer puede ser una forma de protesta y confrontación, también puede descubrir los rasgos psicológicos del ser humano. 

Para Juan Acha Los tres planos (semántico, pragmático, sintáctico) existen en todo mensaje o sistema de signos y, por extensión, en toda recepción o percepción. Muchas tendencias artísticas se caracterizan, como es sabido, por acentuar un plano más que los otros dos. Aquellos posibles elementos a los que alude este trabajo quedan relegadas al terreno de lo semántico, a un plano de contenido, pues una lectura abstracta de la pieza de otra manera es complicada, bajo la descripción de la imagen expuesta. 

Podemos observar que las características del dibujo desbordan a lugares poco convencionales dentro de la práctica de la pintura. La historia siempre regresa a los epitomes de la perfección de la venus de los griegos, y desde entonces las alegorías y los cánones de belleza son aceptados con el fin de no ofender a la iglesia; distinguir la belleza de lo vulgar y, lo provocador. 

La tradición pictórica hace uso de modelos jóvenes y esbeltos usualmente, y la anomalía en esta propuesta, exige, para ser comprendida, una superación de las normas habituales de juicio y, a partir de ahí, puede introducir a un conocimiento más profundo de los misterios de esta obra. 

Recordemos los escándalos que suscitó la Olimpia de Manet en su momento, la provocación que fue el desnudo bajando la escalera de Duchamp, o más recientemente, los ataques a la Olimpia de Velázquez; cortada con una navaja. 

La pornografía fue prohibida en Francia hacia el siglo XIX pero el desnudo artístico era permitido, lo que llevo a muchos artistas a retar las normas y producir imágenes carnales y reales. En la batalla por la censura, por alguna razón, un pezón femenino sigue siendo ofensivo. Ubicarnos nuevamente en la historia es útil para comprender el fenómeno, y los códigos que arrastran estas cuestiones o ejercieron un papel clave, desde el siglo XVI hasta el XIX. 

Otro aspecto que podemos constatar, de nueva cuenta, como la desnudez es menos un hecho en sí que un sistema relativamente complejo de significaciones que posee funcionamientos particulares susceptibles al análisis del tiempo. 

Una serie de tratados que se escribieron a partir del siglo XV y XVI, que se repitieron y extendieron, con ciertas modificaciones, hasta finales del siglo XIX casi sin pausa hasta nuestro siglo, son de injundia a las malas mujeres. 

Al mismo tiempo que la belleza femenina era elogiada por los poetas y su cuerpo desnudo retratado por los pintores, las proporciones femeninas que tanto se alababan desde la lírica, se menospreciaban en los tratados artísticos por ser menos armónicas que las masculinas.7 

Aunque después del velo del arte medieval, el Renacimiento europeo redescubre la estética de la desnudez, es en una perspectiva puramente naturalista y desprovista de valor simbólico. 

Mientras tanto el escándalo ha sido histórico. Esta perspectiva no es más que en parte la de la antigüedad grecorromana, el simbolismo de lo desnudo se desarrolla en dos direcciones: la de la pureza física, moral, intelectual y espiritual, y la de la vanidad lasciva, provocante, que desarma al espíritu en beneficio de la materia y de los sentidos. 

Estos aspectos se llegan a reflejar de una manera clara en los códigos artísticos actuales. La importancia del espectador, que aplica los actos del lenguaje a través de una dinámica semiótica, a su vez forma parte de la mirada. 



1 Berguer, John, Modos de ver  

2 Berger, John. 2016. Modos De Ver 

3 Bell, Julian. ¿Qué es la pintura? 

4 Jean chevalLer, alain gheerbrant diccionario de los símbolos  

5 Usualmente la tradición pictórica hace uso de modelos jóvenes y esbeltos, la anomalía exige, para ser comprendida, una superación de las normas habituales de juicio y, a partir de ahí, puede introducir a un conocimiento más profundo de los misterios de esta obra. 

6 Jean chevalLer, alain gheerbrant diccionario de los símbolos 

7 Paper udg falta cita  


Referentes bibliográficos 


1. Bell, Julian. ¿Qué es la pintura?: representación y arte moderno. Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2001. 

2. Berger, John. 2016. Modos De Ver. Barcelona: Gustavo Gili. 

3. Carrere, Alberto, and José Saborit. 2000. Retórica De La Pintura. Madrid: Cátedra. 

4. Morris, Charles William. Fundamentos De La Teoria De Los Signos. Barcelona: Paidós, 1985