miércoles, 10 de enero de 2018

Sobre la obra de Ana de los Ríos

Por Itzayana Monroy Díaz



“Taller”
Temple/Óleo/Tela
100 cm X 100 cm
2017


La pieza que nos presenta Ana transita en un estado denotativo a partir de la rotación de las formas logrando introducirnos en un vórtice que poco a poco nos sitúa en la connotación de la quietud y el silencio, se percibe un movimiento paulatino  que desemboca en un centro apenas insinuado que nos regresa e invita a observar toda la pieza, es decir nos acerca y nos aleja en cada una de las formas abstractas, el cuadro se llena de elementos en aparente desorden en un afán rupturista que propone otra observación de la realidad, creando una misión para nosotros como espectadores que es la de tratar de ordenar el mensaje, de este modo la obra queda abierta a gusto de cada uno de nosotros como ordenadores mentales de un significado interpretativo.

Podemos retomar a partir de estas consideraciones el cubismo analítico, que se desarrolló a partir de 1909 donde, Braque y Picasso llevaron a cabo una serie de investigaciones y debates con el fin de enfatizar ciertas necesidades sintácticas y semánticas para empoderar esta nueva perspectiva de concebir el cubismo, en donde creo encontrar ciertas similitudes sutiles en el cuadro “Taller”.

Ana resuelve en la sintaxis su paleta de color que es cercana a la monocromía , con  grises, ocres, pardos, azules y verdes, construye “Taller”, cercano al cubismo analítico la paleta no difiere mucho de “Taller” y es que los colores a los Cubistas analíticos no les interesaba que tuvieran mucho protagonismo ya que lo importante eran las diferentes perspectivas que podían lograr, así como la geometrización de las formas más que un énfasis cromático.

La construcciónn geométrica de “Taller” es a partir de pinceladas yuxtapuestas, contrastes entre sombras y luces, las cuales crean este escenario donde las profundidades espaciales se perciben sutiles, tan sutiles que se podría malinterpretar y creer que  sus intensiones no fueron logradas  a partir del léxico de sus proceso pictóricos, pero si podríamos situar estas intenciones en la semántica de que su trabajo nada desprendido del cubismo analítico crea un interesante vinculo referencial a partir de ofrecernos diferentes perspectivas y reinterpretaciones, podemos ver yuxtaposiciones espaciales o simplemente formas geométricas relacionadas entre si sin la necesidad de crear una espacialidad definida.

La esencia de la pintura es unificar, y a partir de esta unificación es importante  que nos reconozcamos como parte del todo, las experiencias creativas crean un linaje inevitable generacional, diacrónicamente la historia del arte nos va formando con sus altas y sus bajas, pero debemos estar consientes que en el acto de pintar solo la práctica de la pintura posibilita valorar las cualidades de lo que aceptamos como a fin estéticamente y desechamos en automático lo que nos provoca algo diferente, pero los postulados de las artes abren múltiples caminos que invitan a reconocer esas diferencias y a aceptarlas como anhelos de verdades en este mundo pragmático de la pintura.
“Taller” demuestra gestualidad y un registro a través de sus evidentes etapas por medio de lo que conocemos como el proceso (la representación pictórica y simbólica) nos referimos al proceso creativo, al proceso pictórico y lo fenomenológico en la conexión entre sujeto y objeto.
El acto de pintar, intuitivo, espontáneo, podía servir de espacio en el que lo psíquico y lo material – pasión y pigmento – se fundirían.[1]  “Taller” se ubica en los procesos para la búsqueda de realidades alternas a lo ya conocido o representado, Ana a través de sus procesos nos ubica en la sensorialidad y sensibilidad del acto de pintar, sus trazos, sus formas, sus colores crean una relación indirecta con el aspecto de las cosas, logrando que el espectador prolongue su atención y pueda escrudiñar con más cautela las intensiones de la pintora.   

“Taller” alude al plano del contenido a partir de la existencia, de la pintura y la expresión de esta misma, aunque su medio comunicativo resulte impreciso al no ser definido o identificable, es decir al no empoderarnos de reconocimientos representativos de algo conocido, nosotros como receptores no podemos asociarlo con la experiencia visible, por lo tanto el código queda abierto a las diferentes interpretaciones por parte de nosotros como espectadores de la obra de Ana, llegando a ser así un código blando que aporta una expresividad pictórica donde su significado es difícil de delimitar, la comunicación que genera el cuadro no es precisa y por eso mismo, como ya mencione queda abierta a nuevas perspectivas de la realidad.
En la historia del Arte se puede ver con claridad el papel que desempeñan la infinidad de signos presentes en la pintura a través del tiempo, pero también coinciden en que pueden convivir los signos en simultaneidad, ya sea en lo representativo o en la abstracción, quienes juegan un papel importante a la hora de comunicar o transmitir códigos tanto blandos como duros ya sea que uno pueda  predominar más que el otro.

Podemos encontrar en la pintura lo icónico de algo denotativo o lo plástico como en el cuadro “Taller” donde la intervención a partir del  color, forma y textura (los tres niveles del signo plástico), crean comunicaciones profundadas desde otra connotación de la pintura.

A partir de los temas que se consideraron en el semestre y que nos ubican en la necesidad y posibilidad de estudiar los diferentes estados de la pintura desde de un análisis semiótico, la pintura “Taller” donde dichos enunciados nos comunican estos diferentes caminos en los que ha transitado tanto el cuadro como la pintora, no solo a partir de una referencia técnica o compositiva sino también de la importancia de aquellos conceptos que tienen que ver en como las situaciones externas (pragmático) se relacionan, comunican y persuaden al receptor o espectador de la obra.

La retórica nos ayuda a analizar las imágenes desde el punto de vista de su significado, así situaremos a “Taller” en lo que considero que podríamos encontrar en forma de significado teórico en la obra.

De primera vista, al observar el cuadro es inevitable deslindar lo ya mencionado, encontramos nuevamente uno de los códigos que nos permitirá desmenuzar teóricamente el cuadro, el código blando deja a la obra presentada por Ana en una apertura de significados con sus detalles plásticos no representativos realizados a través de colores y manchas, observamos que camino podría interpretante en la pieza.

“Taller” no inserta en la complejidad de su estudio ya que parte de una prioridad visible con sus características plásticas y compositivas, y que en la retorica podríamos incluirla a partir de enunciados más abiertos desde sus posibilidades; En la acumulación apoyada en una elipsis plástica podemos observar a “Taller” entre el color y forma, por ende se une a ella una elipsis cromática que surge de sus colores meramente abstractos y que en su construcción la metonimia plástica (desplazamiento entre distintas partes del cuadro) aparece por las imprimaciones semitransparentes o transparentes, la yuxtaposición de las formas a partir de métodos compositivos o técnicos, donde nos aleja o acerca a través de saturaciones o transparencia cromáticas creando la sensación de espacialidad en nuestra percepción.
En “Taller” puede que encontremos una representación sutil insinuada que en lo personal no parece de mucha relevancia, no empobrece ni enriquece lo que ya es en si la pieza, de la cual honestamente he disfrutado observar, pero la mencionaré como referente para ver si se compagina con la sinécdoque plástica y es que como se menciona en los estudios realizados para llevar a cabo este ensayo la elipsis en lo plástico por ejemplo la elipsis de textura y color por medio del recurso del dibujo puede implicar una sinécdoque plástica en lo icónico;  En  el ejemplo de Kandinsky del cuadro Lírica es solo una línea entre cortada lo que asume para si la función referencial, en el caso de “Taller” es una línea curva con pequeños fragmentos de líneas  pequeñas ( representación “ojo cerrado”) lo que en dado caso rompería  con este continuo abstracto de color y superficie, el “ojo cerrado” se convierte en un  icono reconocible ante la percepción del espectador.
Citando los diferentes enunciados sin tanta especificación en la retorica visual “Taller” recurre a la metáfora; Se sabe que es un recurso lingüístico, que trata de sorprender al lector o al oyente a través de asociaciones desconocidas e incluso insólitas entre elementos, cosas, lugares, etc. En un principio solo el arte de la palabra escrita o hablada puede usar metáforas.
Una metáfora pictórica en cuanto a la materia del cuadro (los signos plásticos) es al que nos referiremos a través de lo siguiente, cito. - Procede preguntarse en que medida el mecanismo metafórico se activa en el signo plástico, o lo que es lo mismo: si formas, texturas, y colores pueden actuar como metáforas en pinturas no referenciales, o al margen de su concomitancia icónica. Toda la pintura referencial es, ese punto de vista, una gran metáfora de lo visible, como ya se ha consignado en numerosas ocasiones. Los signos plásticos dejan de verse como lo que son en su literalidad, manchas, líneas colores sobre una superficie y se busca ver figuradamente aquello que representan, por lo tanto es conveniente y de considerar ver con aprecio aquellos casos que, al margen de la función icónica (en si misma, metáfora de uso), los signos plásticos son capaces de hacer metáforas de invención -.

“Taller” forma parte de la metáfora plástica su carga técnica y compositiva marcan la evidencia de una practica fenomenológica donde el color con sus diferentes connotaciones simbólicas  y  las texturas, describen aquello que por signo plástico entendemos. Las metáforas del inconsciente que actúan y se plasman en el cuadro son el registro intuitivo con la pincelada gestual de color y el movimiento en cada una de estas, es evidente la corporalidad de la pintora en el cuadro, llenando de riqueza plástica y pictórica a “Taller”.

En conclusión la red que vamos creando a través de los estudios sobre la pintura, nos permiten ver con otros ojos las necesidades que conlleva no solo la practica diaria del acto creativo sino su papel conceptual a partir de signos y significados que enriquecen tanto la experiencia como pintores y como espectadores de la pintura.
He disfrutado mucho observar desde estas perspectivas y caminos el cuadro “Taller” de la pintora y compañera Ana de los Ríos.











[1] Bell, Julian, ¿ Qué es la pintura ? Galaxia Gutenberg, España , 2001, 300pp. Páginas 124-125.