miércoles, 8 de diciembre de 2010

“Patinetas”



obra de Juan Cristóbal Sandoval.
por: Víctor Hugo Trujillo Cruz.

Si estudiamos el fenómeno comunicativo en la pintura, ya sea mediante su funcionamiento al exterior (funciones semánticas, sintácticas o pragmáticas) o al interior con los dispositivos retóricos trabajando a disposición de la imagen pictórica, en la obra que en esta ocasión presenta Cristóbal nos damos cuenta de la eficacia que ha logrado al comunicarnos directamente su interés en hablar de los subculturas urbanas.
En ocasiones anteriores nos ha mostrado pinturas en las que intenta sostener su discurso contracultural mediante referencias directas al rock, al punk y a diversas marcas comerciales. Sin embargo la utilización de estas marcas (los grupos musicales aludidos han devenido en marcas comerciales) hacen difícil una lectura contracultural ya que en este momento histórico han pasado a formar parte de la cultura dominante.


La presente pintura logra este objetivo de hablar de la calle y las subculturas urbanas; gana en contenido contracultural al referirse al fenómeno y no a los productos obtenidos. Este fenómeno de culturas y subculturas urbanas puede estar relacionado con miles de factores, quizá uno de ellos sea la necesidad presentada por varios segmentos poblacionales de identificarse con su entorno y su tiempo.
Realizando la disección de este políptico encontramos en primer lugar lo que considero el primer acierto en la ejecución, la elección de los materiales. Gottfried Semper en su sistematización del estudio de las obras de arte, propone que todo producto artístico es el resultado del material elegido, de la técnica adoptada y de la finalidad propuesta. Las hojas de cartón corrugado son un material producto de la industrialización y generalmente no está relacionados como soporte de una obra artística al igual que la pintura vinílica “comex”, por este motivo ya desde los materiales utilizados se habla de lo contracultural y lo urbano.


La genealogía de la obra la podemos rastrear al Arte Pop, utiliza grandes planos de color matizados apenas lo suficiente para darles un carácter más pictórico, la representación de sus “personajes” es esquemática, en general la obra se caracteriza por su bajo grado de iconicidad.
Considero que el plano de funcionamiento se encuentra en la existencia equilibrada de funciones sintácticas y semánticas trabajando en favor de un concepto que el autor ha ido desarrollando a través de su producción.
Si un signo plástico se configura cuando los elementos básicos del lenguaje pictórico se organizan de manera que trabajen a favor de un significado, en la obra que nos ocupa observamos una economía de recursos que son los suficientes para reforzar el mensaje que se planea enviar, algunos ejemplos de configuración de estos signos los encontramos en las líneas blancas que funcionan activando por contraste complementario los planos de color oscuro o en la articulación de manchas de distintas cualidades que conforma los rostros de los personajes, así como en la construcción a base de pinceladas mas libres y con minima variación de color en la vestimenta de los personajes.
La repetición de elementos es importante en este caso para reafirmar el concepto, en la repetición variada de los personajes con patineta, no se insiste en el mismo elemento visual pero si en el mismo elemento conceptual, sobre todo en este trabajo hay repetición de contenidos semánticas, skate, skate, skate, se lee una docena de veces en un stencil reivindicando la naturaleza urbana de la obra.
En la segunda pieza del políptico vemos la única mención directa a la ciudad, una representación esquemática de edificios, la escala a la se encuentra esta representación magnífica la presencia de los personajes con patineta, marcando el orden de importancia de significación de estos elementos. Es decir se toca el tema de lo urbano no desde la representación de las características del entorno sino desde personajes determinados.
En la tercera pieza no más de 10 planos de color son necesarios para representar a un patinador haciendo un truco, reflejando el espíritu minimalista con el que se ha realizado la obra, no hay necesidad de detalles, no hay detenimiento en el dibujo, ni es necesario dotar de rostro a este personaje, lo que en alguna ocasión se podría encontrar como una falencia técnica en la representación de una obra, se convierte en un acierto; además, alejada la pintura de su función referencial, tenemos que preguntarnos ¿Qué es pintar bien?


En general el tratamiento del espacio es a través composiciones centradas y el recurso de dejar a la vista la superficie del cartón proporciona descanso visual al contrario de trabajos anteriores en donde predominaba la saturación de elementos. Se podría configurar la figura de la elipsis en la falta de contexto de los personajes, sin embargo considero que éstos ya están lo suficientemente codificados en el espacio urbano para tener significado prescindiendo de él.
Estamos sin duda ante una obra que bien sirve como colofón de este curso, pues me resulta difícil no verla como una pintura en la que se resumen los aciertos encontrados en piezas anteriores, es la decantación del proceso personal del autor.
De un profesor de pintura en la ENAP escuché la frase “la pintura es una mentira que tienes que contar muy bien para que se convierta en verdad”, se refería, ahora creo, a la retórica de la pintura, a lograr con la calidad en la factura de tu trabajo engañar al espectador para que preste atención a tu obra y sea capaz recibir el mensaje y comulgar con él. Por calidad de factura no debemos entender técnica depurada o representación minuciosa, sino que el pintor haga uso ,de entre todos sus recursos, de los necesarios para tal fin; Cristóbal logra esto utilizando un mínimo de elementos, pero ejecutándolos con precisión, en esta pintura es un buen mentiroso.

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