miércoles, 12 de diciembre de 2018

La Adivinanza de Ana de los Ríos.

Por Rodrigo Ayala



Autora: Ana de los Ríos. 
Título: Adivinanza. 
Técnica: Óleo/Tela. 
Medidas: 60 x 60 cm. 
Año 2018. 


El cuadro Adivinanza de la pintora Ana de los Ríos bien podría ubicarse en un contexto antiguo, tal vez en la segunda década del siglo XX, plenamente inmerso en los vertiginosos cambios del pensamiento y buscando construir puentes teóricos con las reflexiones científicas de la época. La autora opta por una estrategia teórica y práctica desde una postura plenamente estética al igual que lo hacían los pintores cubistas, Ana alude a esa típica pero ya célebre estrategia lógica o matemática después poética, gracias a la pintura, de reducir ad absurdum, llevar al absurdo una sentencia, en este caso: la adivinanza y sus posibilidades. 
Desde una primera exploración nos encontramos frente a una imagen que desde una intencionalidad consciente y explicita alude tangencial y lúdicamente al género de la escena o el bodegón y que motiva una exaltación geométrica y cromática. Una composición plásticamente dinámica sobre un formato cuadrado tratando de compensar el fenómeno concéntrico perceptual que genera de forma natural ese trapezoide regular con una mesurada técnica del claro-obscuro, cálida y fría en la proyección de figuras abiertas y cerradas al frente y planos cromáticos al fondo, ligeramente desmesurada en la definición del perfil y ejecución gestual de algunas zonas aludiendo a la conformación de pesos naturales de posibles luces y sombras y generando equilibrios entre lo micro y lo macro, lo general y lo particular, a través de la fragmentación y la repetición de formas y motivos triangulares. Estamos frente a una pieza que se construye a través de todo lo que no es el realismo o la figuración o todo lo que potencialmente pueden ser o se puede derivar de ella, deconstruir, cuestionar y desmontar, desplazar o diferir el sentido de la representación es su logrado objetivo. Observamos en el cuadro Adivinanza que la dinámica compositiva parte de una irónica dicotomía o hibridaje entre abstracción y representación, desde el plano semántico encontramos como posible tema una sombra o forma cerrada negra que sugiere o busca nombrar una figura humana ubicada arriba del lado derecho del plano, “que por su verticalidad resulta un lugar de aterrizaje para la mirada”. 
En Adivinanza la temperatura cromática y lumínica es el canon que da la pauta y armoniza la temperatura de un plano central con un fondo constructivo, fragmentado y geometrizado. Planos superpuestos, empalmados que aluden a un objeto real y a un espacio artificial, mental, procesual o teórico de la pintura. A pesar de dicho juego semántico la pieza Adivinanza nos revela un plano sintáctico extendido ya que es en la elección de los materiales, la factura, el soporte, el formato en donde encontramos el lenguaje y la fortaleza estilística del proceso. Adivinanza así mismo denota una actitud constructiva que busca cimentar una lógica axiológica en armonía a través de la ornamentación tal vez para escapar de la idealización y sacralización de la moneda corriente en la que se transformó la expresividad y la hiper- gestualidad siempre anhelante de catarsis y de supuesto cambio a ultranza. Estamos frente a una autora ideal que a través de una paleta con una clave media de contraste cromático construye a base de una gama cromática suave y blanda diseñada con una familia nuclear de colores amarillos verdosos con acentos de azul y negro que delatan en algunas zonas su segura combinación con ocre o amarillo de Nápoles o algún cadmio medio para acentuar 
las cualidades del proceso desde la descripción lineal, tonal y volumétrica de planos hasta el despliegue gradual de ilusiones de opacidad y transparencia, profundidad y traslape en la superposición geométrica de diversos planos. El cuadro Adivinanza responde a una representación ilusionista de género en el que los grados de segmentación y estabilidad de los planos de expresión y contenido oscilan entre un código blando y duro, aludiendo a formas geométricas conocidas (la esfera, el triángulo) pero con una delimitación imprecisa del resto de las unidades de contenido y expresión en el espacio, lo cual da lugar a una inestable y vaga correlación que genera niveles de polisemia y ambigüedad, asociaciones provisionales e inestables entre los signos (gesto, registro, improntas) planos y formas que no obstante terminan instituyendo entre lo blando y lo duro un código individual y sosteniendo una dimensión icónica conocida y estable. Los códigos de acceso pliegues que se detonan a través de los ritmos y formas de los planos compositivos buscan ligarse estructural y geométricamente al plano central en donde se encuentran contenidos diversos objetos. Adivinanza a pesar de partir de un concepto de representación, es una divertida, lúdica y sutil síntesis conceptual o clara sustitución de lo real al reducir radicalmente toda la sofisticación de una pintura de género a un juego morfológico de estructuras y efectos de lo real qué a través de entender el espacio como un campo geométrico compositivo dinámico, lleno de efectos cromáticos y lumínicos busca desplegar, desmotar y sustituir el “fenómeno” o los “efectos emergentes” de lo real y lo visible a través de un cierto dramatismo de brillos, luces y sombras. Es en la concepción del proceso en donde se observa claramente lo vertido anteriormente, una búsqueda por “desmantelar selectivamente” el espacio a través de una repetición rítmica, rotación y fragmentación de elementos para transformar el espacio en una configuración inédita o en una arquitectura diseñada a base de una suma de momentos como observamos en los ecos cromáticos de los objetos centrales y en la repetición armónica de los planos al fondo. Frente a la dicotomía de “proceso y gesto contra forma y producto” se busca mantener datos de lo real, que sean reconocibles y que puedan generar empatía o identificación. La sintaxis del juego técnico en Adivinanza, tanto en el trabajo cromático y lumínico busca conservar en su carácter semántico un valor tangible, pero desplegar un fenómeno visual complejo, fragmentado y diverso, expresivo y sutilmente gestual. Adivinanza, asimismo se desenvuelve libremente en una dimensión sémica inmersa en una amplia gama textural, cromática y lumínica con nebulosas de contenido, el contundente poder referencial de la figura obscura y algunos objetos contrastan con la expresividad abstracta pero el signo icónico convive plenamente con los signos plásticos. Tanto en el diseño del mapa espacial como en las estrategias pictóricas y plásticas elegidas observamos que el código duro preciso y puntual en la ilustración de algunos objetos (la esfera, la figura humana) como las enérgicas líneas diagonales que describen los planos cromáticos del fondo y el espacio al frente, a los signos pictóricos no les basta con ser únicamente signos pictóricos de peso y volumen son y funcionan como mediadores de contenido y generadores de expresión. 
Presentación y construcción son los ejes rectores de Adivinanza, simultaneidad en las formas de mirar, indeterminación, referencialidad figurativa y arreferencialidad formalista entre el signo icónico y los signos plásticos en armonía. Así mismo el cuadro Adivinanza utiliza un tipo de retórica de repetición continuada algunas veces hiperbolizada para generar una aliteración lumínica o cromática y sentar las bases de una composición rítmica armónica o aliteración visual pausada. Se recurre a la estrategia de elipsis icónica y plástica y se genera en el espacio un vacío que el espectador debe rellenar o reconstruir mentalmente a partir de la magnitud de lo ausente y conocido lo cual posiblemente está dirigido a favorecer la voluntad del espectador de desear habitar, proyectar o reconstruir. Observamos que la pintora a través de la pintura recurre a la transformación o a la hipercodificación estilística icónica al hacer convivir el incierto origen de los objetos con tres o más tratamientos pictóricos en la imagen aunado a la aliteración de la regularidad plástica. Los signos plásticos de Adivinanza remiten a su causa, ya sea al movimiento, gesto o acción del pincel que activa y delinea, el uso de la sinécdoque plástica en lo icónico está presente ya que prevalece un gusto por la reducción de los elementos que se componen y perfilan tanto en la configuración del espacio como en la presentación del elemento que lo habita y articula buscando dejar una o varias huellas de la repetición de una operación mental que a través de grecas, puntos y curvas suaviza la dureza rectilínea de los planos , textura y color, pero nunca matiz o agotadora descripción. Así mismo prevalece la metáfora plástica en donde se concibe al cuadro como contenedor de temperaturas, por tanto, de sensación y emoción y la metonimia está presente con cierta ironía o paradoja al observar que tan solo la presencia de color en los objetos basta para sustituir, desplazar y abrir el umbral de una escena o bodegón y sinecdoquiticamente sustituir el fenómeno de la visión y generar una cálida experiencia cromática. Adivinanza es en esencia una perífrasis que denota una cierta ambigüedad, busca dejar un problema abierto y no una solución cerrada al girar y generar un ambiente indeterminado, hacer diversos rodeos sobre la lógica de la escena y el bodegón con sus características específicas no buscando solo embellecer u ornamentar sino evitar nombrar claramente. Por último, cabe mencionar que en esta alegoría de la Adivinanza la lógica constructiva del fondo al delimitar los planos al frente genera una cierta antonomasia de estilo y activa una simpática parodia de género o deliberada antífrasis estilística. 


Rodrigo Ayala.