jueves, 18 de junio de 2009

LAS OBRAS SOLO SIRVEN COMO PROTECTOR DE PANTALLA

Obra de Jhoffre Flores
por
Nicolás Vargas




Esta exposición, del artista ecuatoriano Jhoffre flores fue montada en Junio del 2009 en la sala de computo de la Academia de San Carlos. Esta obra se exhibe en las pantallas del salón, mientras las computadoras están en descanso. Se compone por cuatro series de fotografías digitales, más algunas que pueden funcionar de manera independiente. Las fotografías se van alternando en las trece computadoras que ocupan dos muros del salón, lo cual permite que se puedan abarcar todas a la vez con la mirada, si se toma la distancia suficiente.





Todas las fotografías articulan objetos que hacen pensar en un imaginario el cual está directamente relacionado con el autor. Esta idea se reafirma cuando se dejan ver entre todas las fotos un grupo de autorretratos. Lo cual podemos pensar que es una obra autorreferencial, o que desde la individualidad del autor se desprende el símbolo. Un símbolo que se nos muestra a través de ciertos arquetipos que se encuentran en la niñez y en el juego. La obra de Jhoffre es sumamente lúdica, pero al acercarnos detenidamente nos damos cuenta que la forma en la que experimentamos la obra no deja de ser mórbida, ya que todo el trasfondo de juego se entremezcla constantemente con una escenificación de la guerra o de las ruinas, y en este sentido se puede dar una lectura alegórica de los signos. Pero alegórica en los términos que expone Walter Benjamin en El origen del drama barroco alemán, utilizando sus propias palabras:

Mientras que el símbolo, con la transfiguración de la decadencia, el rostro transformado de la naturaleza se revela fugazmente a la luz de la redención, en la alegoría la facies hippocratica de la historia se ofrece a los ojos del observador como pasaje primordial petrificado. Todo lo que la historia desde el principio tiene de intempestivo, de doloroso, de fallido, se plasma en un rostro; o mejor dicho en una calavera.[1]




Es así como la obra de Jhoffre se nos muestra desde su propia ruina, la calavera que se nos presenta es la de él, pero a la vez es la de todos nosotros.
Ahora si bien la obra de Jhofre nos permite analizarla desde una ontoteología negativa, como es la de Benjamin, desde sus fotografías. No podemos desestimar el trasfondo social que se descubre en el montaje de la obra y que viene a ponerla de cabeza. Pues si bien las fotos son completamente adecuadas para ser expuestas en cualquier galería tradicional, Jhoffre las sentencia a servir de escaparate en la pantalla de una computadora. La misma que utilizo en este instante y ha dejado de reproducir las fotos para cumplir con sus respectivas funciones. Esto podría vincular la obra de Jhoffre al Constructivismo ruso o a la escuela de Bauhaus. Sin embargo no dejamos de esbozar una sonrisa, su sentencia no es solamente para estas obras en específico, si no que es a todas las obras. Se nos muestra como un artista del modernismo haciendo su declaración de principios o su manifiesto particular. Pero no es así, Jhoffre es completamente consciente de su búsqueda, y ésta haciendo caso a su trayectoria, que está dirigida a hacer una crítica a la institución del Arte y a los mecanismos que utiliza para hegemonizar los discursos. Su obra busca sacudir valores sociales ya muy enquistados en la institución
Acá podemos ver la relación dialéctica que establece la neovanguardia en cuanto a las vanguardias, y en primer término a la llamada “vanguardia histórica”, tal como lo presenta Hal Foster en El retorno de lo real. Se podría decir que ella aúna de manera inestable la crítica y la utopía y por más que se esfuerce en articularlas solo puede intensificar inestabilidad.





“Deja ella la solución de la tirantez del sujeto que constituye en la interpelación –en la provocación- del gesto vanguardista. Este es el sello esencialmente político de la vanguardia. Pero su algidez se pone de manifiesto en cuanto se advierte que la constitución del sujeto no puede coincidir puntualmente con su desmontaje, de modo que la eficacia política del gesto vanguardista es inseparable de un espasmo y una apraxia; es, si quiere decirse así, la inevitable parálisis del show.”[2]

Acá podemos analizar dos estadios del trauma en la obra de Jhoffre, el primero en cuanto a la temática de sus fotografías que ya definimos en términos alegóricos no deja de mostrarse desde lo particular a lo general. Esto sería la vida como experiencia traumática desde el nacimiento, pero poniendo especial énfasis en la niñez. El segundo sería desde lo social, es un análisis histórico se realiza de manera dialéctica, que repercute en la obra de Jhoffre, pero que él sabe muy bien utilizar a su favor a sabiendas que la deconstrucción del sujeto que comienza en el modernismo tan solo puede ser digerida de manera positiva a la distancia. Esto abre sendas en cuanto a como abordar la relación entre el Arte y Política y en cuanto las posibilidades que se nos dan para sacudir valores sociales. Este es el camino por el cual decidió transitar Jhoffre y se le agradece el haberlo compartido con nosotros.


[1] Benjamin, Walter, El origen del drama barroco alemán, Madrid, Taurus, 1990, p. 159.
[2] OYARZÚN, Pablo. Arte y Política. Universidad Arcis; Universidad de Chile, Facultad de Artes; Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.2005. P. 21.

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