lunes, 25 de junio de 2007

GORKA LARRAÑAGA

Suele pasar que en los procesos de evaluación del trabajo realizado en taller, las opiniones que se vierten llevan un toque de incertidumbre y de exploración. Mucho de lo que se habla son acercamientos cautelosos para tratar de dar con las potencialidades del trabajo de los compañeros y a diferencia de lo que pudiera ser una crítica o presentación de exposición, estos son comentarios en los que la inteligencia del que expone como el que comenta va de por medio, de esta manera no es extraño notar que la participación de los integrantes del taller en estas sesiones pueden ser contundentes, medidas o nulas, dependiendo del grado de información y de riesgo intelectual que asuman.
Cuando el trabajo que se muestra es inestable o evade tipificación estilística, las cosas se tornan más complejas aún ya que resulta difícil para algunos dejar a un lado las opiniones relacionadas con escalas de valor personales o de grupo, de tal suerte que no es extraño escuchar argumentos vinculados con términos como “me gusta” o “es bueno”, de esta manera las opiniones se hacen intrascendentes o vacías con respecto a los objetivos que persiguen las sesiones de grupo.
Durante este semestre que termina, tuvimos varios casos de este tipo, aunque de naturaleza variada. Por un lado estaban los trabajos que carecían de un rumbo definido ya sea técnico, temático o conceptual, y por otro lado apareció trabajo maduro pero que apostaba a la diversidad temática, expresiva y conceptual. El trabajo de Gorka fue el que se alineó en esta vertiente mostrando desde el principio del curso trabajos que por sus características visuales y de tratamiento técnico se tornaban opuestos entre sí, pero que en conjunto guardaban, o al menos perseguían, una línea rectora dirigida al cuestionamiento del mismo discurso pictórico.
Una de las primeras imágenes que le conocimos, intentaba ser fundamentalmente una reflexión sobre los medios electrónicos y la diversidad de imágenes que se difunden de manera masiva, la alusión a los medios era directa y el trabajo se apoyaba fundamentalmente en una ilustración con sesgos pictóricos de esquemática variedad expresiva, el trabajo fluctuaba entre la necesidad por exponer una anécdota visual y la apelación a la forma como se dan las imágenes en un monitor.


Gorka nos mostró trabajos vinculados con la representación de la realidad, en la que el papel de la imagen era eminentemente simbólico, pero también le pudimos ver propuestas en las que las interrelaciones técnicas propias de distintas disciplinas de las artes visuales se amalgamaban para dar con trabajos inmersos en los denominados “territorios ampliados” de la pintura. De esos primeros ejemplos lo que predominaba era la diversidad técnica como recurso necesario para mostrar una visión propia del estado en el que el quehacer pictórico se ha colocado, trabajos como el de las “ventanas” lograron contener ese enfoque híbrido.


El trabajo que sin duda lograba una propuesta conceptual sólida era el denominado “arqueología urbana” del que ya Fernando Reyes comentó ampliamente en su texto sobre el análisis de la obra de Gorka.


Pero ya instalados en la producción del taller, en lo realizado durante el semestre, pudimos ver trabajos que diferían en contundencia con los previamente mostrados, su producción de taller comenzó con un ejercicio visual en que las cosas no marcharon del todo fluidas, hecho que desde mi perspectiva pudo haber sido por la presión de las múltiples exigencias de las asignaturas teóricas y prácticas que cursaba o por la complicada apropiación del espacio de trabajo. Este ejercicio conjuntaba preocupaciones expresivas y simbólicas relacionadas con temas anteriormente tratados pero con nuevos retos vinculados temática y formalmente con la ciudad y su compleja traza urbana.


Gorka retomó las retículas que ya había utilizado en trabajos previos asociándolas con mapas de la ciudad de México en un intento por explotar el binomio denotativo y connotativo de sus recursos expresivos. Aunado a estas imágenes colocadas por medio del collage, intervino el lienzo con elementos pictóricos que por sus características se antojaron un tanto incipientes, con una débil presencia expresiva, titubeantes y sin un carácter definido. Las áreas de descanso visual no acabaron de trabajar de manera orquestad con el conjunto, ya que al no tener una presencia definida a nivel técnico se tornaron en una suerte de frustrada exposición de recursos pictóricos.
En otro de sus trabajos pudimos ver un giro opuesto, en el que enfrentaba retos fundamentalmente pictóricos, la abstracción fue el giro por el que decidió descartando la narración.


En una primera etapa, Gorka construyó un esquema compositivo altamente complaciente, anclado en una suerte de lógica axiológica relacionada con esquemas de valor de un amplio espectro cultural. Su cuadro resultaba de fácil lectura con un fluido recorrido visual que confirmaba las expectativas del espectador con respecto a elementos direccionales y cromáticos, el trabajo se colocaba en un terreno estetizante en el que las complejidades visuales pasaban a segundo plano, la apreciación se tornaba pasiva y hasta efímera.
Consciente de este comportamiento en su trabajo, Gorka intentó dar un giro, evadiendo la predicción y la lectura fácil, para esto dotó a sus recursos expresivos de cualidades inestables activando el gesto y la alteración de elementos orgánicos al confrontarlos con alusiones ortogonales. Por otra parte mantuvo la paleta elegida desde el inicio de la pintura, el resultado de este ejercicio sirvió finalmente, para ilustrar las posibles repercusiones de la aplicación de la intuición en procesos creativos, diferenciando la intuición categorial de la sensible y aquí es oportuno precisar que la abstracción no es el detonante de procesos intuitivos, que cualquier forma de representación o presentación de lo pictórico de igual manera pueden desatar estas maneras de enfrentarse a la construcción o reconstrucción de realidades visuales, pero para nuestro caso, el ejemplo coincidió.
Volviendo al trabajo de Gorka, finalmente mostró otro trabajo con cualidades diferentes, en esta ocasión cambió el interés por la instalación, en un ejercicio de apropiación del entorno del taller para construir una propuesta que ha decir verdad, dejó mucho de que desear, toda vez que el resultado fue accidentado y un tanto improvisado.


De esta experiencia podemos decir que estuvo carente de sentido visual, de una orquestación que permitiera ver potencialidades, algunos atisbos relacionados con el palimpsesto pudieron hacer suponer que las cargas expresivas del soporte tenían más presencia que los apliques en las cajas de madera colgadas sobre los soportes de madera. Nuevamente teníamos que considerar en este ejercicio la casi sistemática búsqueda de Gorka por desatar retos creativos, más que obras terminadas.
Cabe precisar que desde la perspectiva de la revisión de su trabajo en conjunto, estos ejercicios “funcionaron” para reactivar la capacidad de asombro ante la creación, y en este sentido parece que Gorka va a contracorriente ya que mientras la mayoría de los estudiantes de pintura apuestan por encontrar constantes estilísticas en su trabajo, él parece que las evade, situación que le representa una cara inversión de esfuerzo al explorar territorios diversos de la pintura, pero que en contraparte le ofrecen la alternativa para depositar el sentido de su quehacer artístico en la exploración misma, en el cuestionamiento de los dogmas de la pintura.
Lo único que no acaba de convencer es la contundencia con que aborda cada nueva obra y en este sentido hay que considerar que buena parte de la madurez conceptual se ha de apoyar en la definición de herramientas técnicas, sobre todo cuando hay una utilización obvia de elementos expresivos propios de técnicas de representación y presentación visual, parte de los ejemplos que nos mostró al inicio del curso nos hacen pensar que Gorka puede orquestar propuestas híbridas, que sus capacidades como pintor e investigador de pesquisas no están en duda, pero lo que sí puede afectar es la situación que le rodea, el ambiente y la presión intelectual a la que se ha visto arrojado por decisión propia, que por otra parte, ha de repercutir sin lugar a dudas en sus futuros trabajos, que dicho sea de paso, estaremos deseosos y pendientes por conocer.

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