miércoles, 20 de junio de 2007

LA SUSPENSION DEL SENTIDO

APROXIMACION A LAS IMAGENES DE "CHICKEN"
POR ALEJANDRO GAMBOA


“El escéptico quería ante todo alcanzar la imperturbabilidad resolviendo las contradicciones del pensamiento; no pudiendo conseguirlo, se detuvo en la suspensión, y su suspensión fue seguida al punto por la imperturbabilidad como un cuerpo por su sombra”
Renouvier, “Sexto Empírico, adversus mathem”



Cómo acercarse a una obra de estas? Lo primero que llama la atención es su condición de “cosita”, de una profunda lúdica que nos deja un poco en la duda de hasta que punto, detrás de tanta broma y goce gratuito, existe alguna reflexión consciente. Nos quedamos a medio camino entre lo descuidado y lo controlado, entre lo gratuito y lo premeditado, o simplemente nos acomodamos en ese lugar intermedio de lo simulado y lo “cuidadosamente descuidado”.

Es difícil acercarse a una obra de estas, en las que las preocupaciones formales se supeditan a las preocupaciones semánticas: las nociones de color, textura, forma y composición a las que estamos acostumbrados son evidentemente atacadas (con mayor o menor éxito dependiendo del caso), y en las que cualquier lectura unívoca o literal queda extraviada en la maraña de la pluralidad radical. Para tratar de desentrañar un poco (solo un poco, porque nuestra interpretación no dejará de ser una entre muchas posibles) será pertinente empezar por lo más evidente.

El último trabajo presentado, el tríptico “Abstracto corporativo”, nos remite al geometrismo, con campos de color en las que la perspectiva ha desaparecido y en los que el ritmo es lo predominante. Pero sus unidades plásticas no soy muy convincentes y el tratamiento descuidado les resta contundencia; por lo que, a primera vista, no llegan a establecerse como signos plásticos.

Sin embargo, si nos asumimos como espectadores activos, estamos obligados a tratar de desentrañar más allá de lo sintáctico que tan rápidamente se agota. La obra exige del espectador una respuesta teórica que acepte jugar con sus reglas.

La pintura de Chicken es en si misma un procedimiento metafórico, en la que el apartarse del contenido originario es la estrategia básica de construcción y se constituyen en una permanente alegoría (todas las palabras son tratadas de la misma manera y parecen tener un sentido literal, pero en un segundo momento se descubre que es preciso buscar un segundo sentido), aunque desplegando en cada trabajo algunos tropos específicos.

Podemos encontrar en esta y las anteriores obras de chicken todo un arsenal de tropos. Encontraremos que la imagen se presenta como una unidad indecisa, cuyo significado posee rasgos de varios tipos distintos (interpenetración), que la reconstrucción de su magnitud depende del espectador (elípsis), que se dan rodeos para aludir a algo sin nombrarlo (perífrasis), que se refiere al objeto a partir de obras extrínsecas (cita), que se combinan magnitudes habitualmente incomparables (paradoja) o que se expresa algo para dar a entender otra cosa (ironía).

Sin embargo, para acercarse a “Abstracto corporativo” es ineludible conocer que las imágenes son tomadas de los reversos de empaques de marcas conocidas: la base de un cartón de cerveza Indio, el reverso de una porción individual de Domino’s Pizza, o el respaldo de una caja de papas fritas Mac’donald. Esta situación nos desplaza de inmediato a pensar la imagen no solo como signo, sino como fruto de una producción socio-cultural; es decir, no es solo una transferencia de significados, sino un texto o discurso en circulación que deviene en parte de la práctica social, comentando los fines y propósitos específicos por los que estas mismas imágenes fueron creadas.

Quizá el mayor atractivo de estos trabajos es la noción de lo que podríamos llamar la suspensión del sentido.

Utilizaremos el concepto de “sentido” desde la perspectiva de la semiótica visual, según la cual la comprensión de una obra como esta no se agota en el interpretación de sus significados; sino que parte del acercamiento de los signos dentro del conjunto contextual que lo modifica. O en otras palabras, el sentido se constituye a partir de la interacción de los valores y significados de los signos en relación con las interpretaciones socio-culturales, no dependiendo exclusivamente de los significados semánticos básicos de la imagen.

Como bien es conocido, en toda obra de arte el significado no está ubicado en la materialidad de la obra, ni tampoco en la mirada del espectador, sino en ese momento específico en que la mirada del espectador es activada por el objeto. Pero en este caso la mirada del espectador no encuentra lugar en lo representado en cada “pintura”, la cual, por su azarosa referencialidad, no apunta a ningún lado. Esta presentación de “cositas”, de fragmentos que se parcelan en partes arbitrarias para llamar la atención, puede ser percibido por el espectador desprevenido como una renuncia a la pretensión de significar, como un recibir sin pensar o un aceptar sin reflexionar. Sin embargo ese acercamiento nos llevaría a ver la obra de Chicken como una simple broma en la que la señal ha reemplazado al signo, arruinando la relación entre significado y significante, y renunciando por lo tanto a proponer cualquier posible estructura de sentido. Al no apuntar a ningún lado cualquier dirección deviene irrelevante.

Sin embargo, esta ausencia de dirección no implica necesariamente ausencia de sentido, sino que éste es desplazado a un lugar más allá (o más acá) de cada pintura en particular. El sentido no se ubica dentro de la imagen, y solo desde fuera es posible comprenderlo e interpretarlo: no se está representando ni narrando, se está encubriendo la realidad a espaldas de la misma imagen. La suspensión del sentido implica tanto que éste se interrumpe (al constituirse como tal solo cuando existe alguna mirada que renuncie a la lectura), como que cuelga en un punto más arriba (cuando se deja de ver como una entidad contenida dentro de la imagen)

Se constituye un discurso pictórico en el que la relación con la realidad oscila entre la semejanza y la sustitución. Sustitución en la medida que la obra puede ser vista como un juego introspectivo, de libre asociación, en la que el autor crea una propia y particular realidad. Pero, visto contextualmente, su obra no es la creación de una nueva realidad sino una interpretación cifrada sobre esta. La obra deviene en política como comentario y crítica..

La crítica en estas obras no es testimonial ni representacional; se refiere más al imaginario social (entendido como el modelo del mundo que asume un grupo humano para darse identidad y consistencia social) a partir de cuyos símbolos los individuos se acercan a los objetos concretos y forjan su manera de ser. Su crítica al imaginario social está cercana a una axiología en donde se ponen en cuestión los valores hegemónicos del momento, ridiculizándolos mediante la burla y la sátira. Al realizar la labor de crítica o de subversión a los valores del “establecimiento” está poniendo entre paréntesis sus cimientos y, por lo tanto, influyendo en última instancia en la aceptación o rechazo de esos valores.

La crítica a los valores sociales se funde con la crítica a los valores del arte, por lo que las categorías axiológicas tradicionalmente usadas se tornan un poco inservibles: lo deforme, lo feo y lo malo se ubican en la médula de su crítica, como apropiación de lo desechado, de la marginalidad, del reverso de la vida, la cual es exagerada para insinuar sus contradicciones. Lo eufórico y lo vital atraviesan el trabajo, haciendo del chiste y la broma una forma particular (y en oportunidades un poco facilista o repetitiva) de parafrasear la realidad sin darle directamente la cara.

A partir de la impresión respecto a la “formula” del chiste y la broma es pertinente una revisión del tipo de autor que Chicken incorpora. Son varias las lecturas a partir de las cuales es posible encontrar la coherencia y profundidad a su trabajo; sin embargo, estas se ven, en oportunidades, en discordancia con la presencia formal de sus trabajos. El discurso articulador de “la pintura tercermundista” no alcanza por si solo a vigorizar algunos trabajos que no tienen la suficiente contundencia como objetos, sin la cual se rompen no tanto los valores del arte sino radicalidad de su crítica. Aunque cada autor da a su obra las características que más pertinentes considera, en mi opinión el descuido, el formato y la precariedad del tríptico “Abstracto corporativo” opacan la densidad conceptual e interpretativa que podría tener.

Queda la sospecha respecto al grado de conciencia que él tiene sobre las implicaciones de su obra; duda que parte principalmente de la actitud un tanto “performática” de eludir las respuestas y caricaturizar su postura. No se aboga aquí por la postura del artista trascendente (mucho más fingida e irritante), sino por la manifestación pública de la conciencia de sus alcances. A pesar del interesante planteamiento que maneja en algunos de sus textos, a juzgar por la presentación de sus obras, creo que nos encontramos ante un autor empírico que explora para encontrar más significados; con una intencionalidad conciente tácita que no domina a cabalidad los alcances de su polivalente trabajo.

Este texto difícilmente se puede dar por concluido, la valoración de lo dicho queda a disposición de cada lector. Queda mucho por decir, las interpretaciones mutan y las puertas permanecen abiertas para un trabajo que no puedo ocultar que me inquieta.

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